Pánico por un arma inexistente

A CORUÑA

Una llamada advirtiendo de la existencia de un hombre armado en Concepción Arenal provocó un enorme despliegue policial. Por fortuna, solo se trataba de una falsa alarma

16 abr 2010 . Actualizado a las 10:36 h.

«Como en las películas, amigo, como en las películas». Así describía el portero del número 2-4 de la calle Concepción Arenal los momentos de tensión que se vivieron en el inmueble alrededor de las 12.30 horas. De pronto, la normalidad de la calle se vio alterada. Hasta cuatro coches de la Policía Nacional confluyeron en la plaza de la Palloza, bloqueando la calle. Otro más se podía ver aparcado con prisa en la zona del bingo y dos patrullas de paisano que, ante la emergencia, dejaron el camuflaje para otro día, poniendo la sirena a sonar.

Todo ello fue debido a una llamada. Una llamada que, tal y como indicaban los agentes, advertía de un hombre armado en esa calle y poco más. «Entraron aquí y me dijeron que bloquease el ascensor. Y empezaron a subir agentes por las escaleras», señalaba el mismo testigo con el miedo aún en el cuerpo.

Fueron unos diez policías uniformados y sobre otros seis de paisano. El despliegue desató todas las alarmas y, pronto, en la acera de enfrente, se reunieron cerca de un centenar de personas desorientadas, sin saber qué estaba pasando.

«Empezaron a entrar policías sin más. Debe de ser algo muy gordo», comentaban. Mientras, desde la calle, se podía ver a las empleadas de la peluquería Marisa Miramontes, ubicada en el primer piso, mirando por las ventanas buscando respuestas a su desconcierto. «Nada, aquí no entraron. No tenemos ni idea de lo que pasó», explicaba una de sus empleadas.

Y tal como subieron, bajaron, dejando salir del edificio a los vecinos. De pronto, todos los agentes echaron a andar apresuradamente, en dirección a la fuente de Cuatro Caminos. Se introdujeron por las galerías de Doctor Moragás, justo donde está la Jefatura de Tráfico, pero al poco volvieron a salir.

«¡Una falsa alarma!», dijo uno de los agentes a los compañeros. Los policías de paisano preguntaban entre ellos para cerciorarse de que finalmente todo se había quedado en nada. En cuestión de segundos todo se disolvió y Concepción Arenal dejó de ser algo así como un escenario de una serie de acción para retornar a su vida habitual.