La falta de aparcamientos provocó problemas de tráfico en casi todas las localidades de la zona
02 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Los cementerios de la Costa da Morte fueron ayer un continuo ir y venir de gente que aprovechó el festivo de Todos los Santos para recordar a sus familiares y amigos ya fallecidos. La lluvia, que el domingo no cesó de caer durante todo el día, dio ayer una tregua a las miles de personas que durante toda la jornada se fueron acercando a los camposantos de la comarca, que se convirtieron en lugares de reencuentro, para rendir un homenaje a los que ya no están y convertir los recintos en una auténtica exposición floral. Muchos acudieron a los cementerios a la misma hora, coincidiendo con la celebración de misas, lo que provocó importantes caravanas en las proximidades de los cementerios, que los voluntarios de Protección Civil y los policías locales se encargaron de regular y, sobre todo, numerosos problemas a la hora de aparcar, ya que pocos son los camposantos que disponen de amplias zonas de estacionamiento, por lo que la mayoría tuvo que conformarse con dejar sus vehículos en las cunetas o a varios kilómetros de distancia. Ocurrió en Carballo, donde la carretera que lleva a As Labradas registró una auténtica procesión vecinal antes de las cinco de la tarde, hora a la que comenzó la misa en la que el párroco carballés, José García Gondar, recordó durante la multitudinaria ceremonia que «cando se quere a unha persoa a súa ausencia é sempre a súa presencia».
En los cementerios de la comarca de Fisterra, más llenos de flores que nunca, el desfile de personas también se prolongó durante todo el día y en las proximidades del cementerio viejo de Cee, como ocurrió en Carballo, por la tarde, coincidiendo con la misa que ofreció al aire libre el párroco Manuel Vázquez fue casi imposible encontrar un hueco en el que dejar el coche.
El mal tiempo también dio ayer una tregua en Malpica, donde centenares de vecinos se congregaron en el cementerio de las parroquias y de la capital municipal para recordar a sus seres queridos y participar en la misa de difuntos.
Las flores ornaron la gran mayoría de las tumbas y los momentos de oración convivieron con el aspecto más social de una jornada que reunió a gentes de todas las edades y en la que las menciones a los que ya no están rivalizaron con todo tipo de conversaciones. El rosario, que sonó de fondo por la megafonía instalada en el exterior de la capilla del camposanto, dio paso al oficio religioso, lo que propició que la mayor parte de los presentes se encaminasen hacia la parte alta del recinto para participar en el acto central de la tarde. Poco antes, una escena similar, aunque mucho menos numerosa, se pudo ver en la parroquia de Cambre, que también optó por una celebración vespertina para honrar a los fallecidos.