La mayor parte de concellos carecen de ordenanzas propias para sancionar las faltas contra la higiene de las vías públicas
21 ago 2009 . Actualizado a las 10:49 h.La satisfacción callejera de ciertas necesidades fisiológicas es un práctica secular que persiste en la Costa da Morte. En algunos concellos, la legislación prohíbe expresamente orinar en la calle, y las normas de urbanidad más elementales lo consideran, como mínimo, de mal gusto. Sin embargo, las sanciones o bien no están presentes en las ordenanzas municipales o directamente no se aplican, con lo que muchas calles de las comarca, especialmente en las zonas de marcha nocturna, amanecen después de los fines de semana convertidas en mingitorios masivos al aire libre.
Esta costumbre eminentemente masculina se asocia fundamentalmente a la gente joven y a los ambientes de ocio, pero la realidad no encaja exactamente en ese patrón. Las féminas también practican estas artes de dudosa salubridad y algunos espacios como las ferias y los mercados populares se llenan de varones entrados en años aliviando allí donde pueden sus aguas menores.
Un caso paradigmático de esta última variedad es la calle Túnel de Carballo, que se convierte todos los jueves por la mañana en el baño público más grande de la localidad. Esa situación se repite en casi todos los lugares con mercadillo, con alguna honrosa excepción como el Campo da Feira de Paiosaco, donde hay sanitarios habilitados a tal efecto.
Sin embargo, las vías públicas más afectadas por este fenómeno siguen siendo las que albergan locales de copas en las zonas de marcha, y las fechas de mayor incidencia son aquellas en las que se celebran las fiestas veraniegas. Así, zonas como la de A Calzada, en Cee; el entorno de los pubs, en Ponteceso, las calles circundantes de los Baños Vellos, en Carballo, o las escaleras del puerto, en Malpica, presentan un aspecto bastante asqueroso y desprenden olores muy desagradables después de las noches de movida.
Los cuerpos municipales de policía tienen diferentes parámetros de actuación dependiendo de los concellos, pero, en general, apenas sancionan estas prácticas. Solo algunos municipios como Cerceda, Carballo o Zas disponen de ordenanzas específicas sobre la limpieza de las vías públicas. En Cee se ha aprobado recientemente una normativa que trata de frenar el botellón y las prácticas poco cívicas que lleva aparejadas. En Ponteceso, las sanciones por orinar en la calle oscilan entre los 60 y los 300 euros, y los agentes de A Laracha también imponen multas, pero atendiendo a la Ley Orgánica 1/92 de 21 de febrero -conocida como ley Corcuera por el ministro que la promovió- porque la normativa municipal al respecto está todavía en fase de desarrollo.
Los guardias de otras localidades como Vimianzo o Fisterra aseguran que no les afecta especialmente este problemática, sobre todo porque en los últimos años la movida nocturna ha decaído bastante en ambos lugares.
En cualquier caso, al margen de los déficits normativos y de la falta de servicios sanitarios públicos en los espacios donde se producen grandes concentraciones de personas, la principales carencias se sigue concentrando en los aspectos educativos y sociales, hasta el punto de que muchas personas llegan incluso a ofenderse cuando alguien las recrimina por orinar en la calle.