Más de doscientos socios acudieron a la sede de la calle Castelao en una pugna reñida hasta el último minuto
27 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Hacía tiempo que en la sede de la calle Castelao, no se reunía tanta gente como anoche. Entre doscientos y trescientos socios del Liceo-Casino acudieron a la llamada de los comicios que enfrentaban a Álvaro Paz, presidente desde el 2005 y aspirante a la reelección, y al candidato alternativo, Alfonso Saavedra, con el futuro del proyecto de ejecución y gestión del segundo puerto deportivo de la ciudad como telón de fondo. A medianoche, con una de las urnas sin tocar, Saaveddra superaba a Paz por apenas 14 votos.
La tensión afloró desde el inicio. Concertada la asamblea para las ocho de la tarde, en primera convocatoria, ocho y media en la segunda, dieron las nueve y los participantes en ella hacían cola todavía para formalizar su condición de votantes presenciales (identificados con una papeleta amarilla) y acreditar, de ser el caso, los sufragios delegados (marcados con una papeleta azul) que portaban.
Con cerca de cuarenta minutos de retraso se inició la sesión. Lo hizo ya con polémica, puesto que Jorge Costa, alineado con el sector crítico con la directiva, quiso leer un escrito como cuestión previa al orden del día. La mesa presidencial no se lo permitió y a punto estuvo de producirse un primer enfrentamiento, puesto que, decidido a llegar hasta el final, Costa comenzó a hablar al público entre las protestas de los responsables de la sociedad vilagarciana.
Ahí acabó la cosa, porque sin micrófono era realmente difícil hacerse oír. Se inició entonces la parte más tediosa de la asamblea, trufada de preguntas y detalles acerca de las cuentas del año 2008 y cuestiones como el momento en el que se preveía sortear un mantón de Manila.
Sobre el debate planearon constantemente los dos contenciosos presentados por José Luis Sanz, en representación de su familia, en relación con el desarrollo urbanístico del solar de la sede de Ravella, adquirido por la promotora Coinasa para la construcción de 90 viviendas. Paz había citado durante la campaña los intereses de Sanz, e incluso del entorno familiar de Saavedra, en el asunto, lo que desembocó en la primera bronca de cierta entidad.