«No listado había xente que estaba en Alemania ou emigrada por traballo»

pablo varela / marta vázquez OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Miguel Villar

Los centros de salud de la ciudad se han organizado de forma individual para la toma de muestras epidemiológicas

24 abr 2020 . Actualizado a las 20:23 h.

A uno de los laterales del centro de salud de A Ponte, donde se instaló un contenedor para el trabajo de los sanitarios que recogen la muestras del estudio epidemiológico de la Xunta, accedían en coche este viernes Consuelo y Margarita, madre e hija y vecinas de la calle Ribeiriño. La primera, de copiloto, ya no salió del vehículo y asomó la mano por la ventanilla para que le hiciesen el test rápido. Un visto y no visto. «Anteayer la llamaron mientras mi madre estaba paseando por el pasillo. Y hoy, al salir de casa por un rato fue realmente un alivio, pero cuando veníamos ella me decía que tenía miedo de que ya la fuesen a dejar aquí», decía Margarita.

El desfile de pacientes convocados telefónicamente por los enfermeros dejó un goteo de casi 30 test al mediodía en A Ponte, todos negativos. Mientras, algunos curiosos preguntaban a los miembros de Protección Civil si era posible hacerse la prueba aunque nadie les hubiese llamado. Pincharon en hueso. «Casi todos quieren probar», decían José Paradela e Iván Fonseca.

Tras ellos aguardaba Joaquina, de 81 años y a la que llamaron ya el miércoles para darle cita. Decía tenerle pánico a las agujas, pero desfiló en un santiamén. Accedió al interior del contenedor, donde había dos enfermeras con los EPI, y a los dos minutos salió. «No lo noté siquiera», decía en relación al pinchazo. El resultado, en principio, se lo darían apenas dos horas después.

Juan Fernández, el coordinador de servicio en el centro de salud, celebraba la presencia del contenedor, que les cedió la firma ourensana Myboxexperience. Además, Fernández también contactó con una empresa de toldos para ver si podría instalarse una carpa en el exterior, para cubrir los coches que accedan y en caso de lluvia. A los pocos minutos apareció por allí Marisa López, una enfermera que se jubiló en A Ponte. Tras un mes confinada al dar positivo, llevaba desde inicios de semana con el alta. Era otra de las citadas y a la hora y media de acudir dio negativo. «Hay días que me levanto de la cama con muchísimo cansancio, pero aún soy fuerte y joven», decía riendo.

La organización en A Ponte, como en casi todos los centros de salud de la ciudad, fue diferente. El jueves se produjeron diversas reuniones del personal sanitario en cada uno de ellos para saber qué espacios acondicionar de cara a la toma de muestras. Y en A Ponte se optó por aprovechar los espacios exteriores para evitar el paso por el interior del edificio, reservado para las pruebas a pacientes de Pediatría.

Los teléfonos sin actualizar

En Mariñamansa, con tres acondicionadas para la toma de muestras, se realizó una única prueba el jueves, y fue a domicilio. Técnicamente, los test se iniciaban en la tarde del viernes con los niños y adolescentes de la lista, porque la ronda de llamadas para contactar con los escogidos por el Instituto Galego de Estadística (IGE) se terminó por la mañana. Y aún así, hubo que recurrir a suplentes. «Atopamos a algunha xente que estaba vivindo desde hai anos en Alemania ou emigrada por motivos de traballo», dice Xosé Manuel Pérez Bouza, uno de los enfermeros.

También se han topado con teléfonos sin actualizar por el paso del tiempo. El grueso de la convocatoria, en principio, comenzará a inicios de la semana que viene. Por ahora, a Xosé Manuel le han asignado un cupo de pacientes que refleja una curva de subida y bajada en función de la edad. «Entre 15 e 20 anos soamente teño un. De 20 a 30 xa teño tres. De 40 a 50 cadráronme seis. E o número de xente vai medrando ata os 80 anos, que é cando comeza a baixar, polo que non é proporcional a tódalas idades», recuenta.

Las pruebas también incluyen a la población menor, como se muestra en estas imágenes tomadas en el centro de salud de Ribadavia
Las pruebas también incluyen a la población menor, como se muestra en estas imágenes tomadas en el centro de salud de Ribadavia Santi M. Amil

Lo ideal, según indica el sanitario de Mariñamansa, es que el grueso de la población ya hubiese estado a merced de la patología y hubiese pasado de largo. «Para estar tranquilos, o mellor que podería pasar é que tivésemos ó 60 % da xente como inmune. Sería para festexalo, pero creo que non vai ser así», expresa.

Pérez Bouza opina que el gran problema derivado del número de contagios fue la saturación inmediata de los hospitales. «Cando comezou a pandemia igual podías estar nunha cafetería e cun infectado podías contaxiar a tres», dice. Pero ahora, la clave del muestreo no es solo identificar a quien lo ha padecido, sino a los que lo han superado con éxito en el tiempo.

Primeras pruebas en Punxín y otra alta más, la de un carballiñés que dio positivo en marzo

José Antonio Barreiro Rodríguez, vecino de Punxín, fue uno de los primeros en ser citados para la prueba en su centro de salud. «Llamaron el jueves al teléfono fijo de casa y casi me asusté al escucharlo, porque nunca suena. Contesté y era del centro médico, para decirme que me presentara el viernes a las nueve y media». Y así lo hizo. Asegura que todo fueron facilidades por parte de su médica y enfermera, y que el test apenas duró unos segundos. «Me pincharon en el dedo, no me dolió nada», garantiza. Y satisfecho quedó también porque no había transcurrido ni media hora cuando le dieron el resultado «a los quince minutos ya me dijeron que había dado negativo», contaba José Antonio, de 60 años. «Me alegro de no tener la enfermedad, aunque por otro lado ya le dije a la doctora que casi prefería cogerlo ahora y así inmunizarme ya», bromeaba. Eso sí, aunque está contento con cómo se está desarrollando el protocolo, lamenta que ni a la médica ni a la enfermera les hayan hechos los test. «A quienes primero tienen que cuidar es a ellas», aseguró.

Un vecino de O Carballiño, de alta

Uno de los primeros positivos que se registraron en la provincia fue el de Aarón González, un vecino de O Carballiño afincado en Ourense que contrajo la enfermedad tras un viaje laboral a inicios de marzo, a Madrid. Dio positivo el 11 de marzo y el martes de la semana pasada hizo su segunda prueba tras la cuarentena. «Fui al punto de control en coche que hay tras el Santa María Nai por mi cuenta», explica. Dio negativo y así se lo hicieron saber el viernes 17. Por ahora, sigue confinado en su domicilio e indica que lo que más duro fue «lo psicológico», por haber pasado el confinamiento en soledad.