El artista y profesor, que acaba de exponer su trabajo en la feria ShContemporary de Shangai, vive su década más creativa tras dejar su faceta como comisario
20 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.La desidia municipal acabó en el año 2000 con la Fotobienal de Vigo, una muestra pionera que en 1984 se adelantó a los tiempos otorgándole a la fotografía el estatus artístico que con el tiempo ha adquirido en todo el mundo y que dejó en Vigo un poso irrepetible y un legado formado por obras de reputados autores internacionales en la colección municipal. Manuel Sendón, que era uno de los responsables de este evento internacional junto a Xosé Luis Suárez Canal, se llevó un gran disgusto en aquel momento, después de haber trabajado desde 1984 para ver crecer con salud el certamen que se moría en pleno apogeo.
La desaparición de la muestra fotográfica que duró 16 años, supuso para Sendón un giro en su carrera, pasándose al otro lado del visor una forma mucho más activa que nunca antes en su vida, una vez asentado en su faceta docente como profesor de fotografía tras doctorarse en la facultad de Bellas Artes de Pontevedra. Así, Manuel Sendón (A Coruña, 1951), lleva casi una década construyendo con intensidad su propia trayectoria como fotógrafo.
El artista coruñés afincado en Vigo desde 1979, recuerda que «eu empecei ocupándome das miñas fotos, pero o traballo organizativo foi ocupando pouco a pouco mais tempo». Aunque su primer contacto docente con las aulas tuvo lugar en la enseñanza media como profesor licenciado en Matemáticas, en 1993 empezó a dar clase en la universidad y a trabajar en su tesis doctoral en Bellas Artes. Naquel tempo «deixei de facer fotografía e me dediquei intensamente á Fotobienal, a editar libros, a promover exposicións de fotografía histórica como a de Virxilio Viéitez e a promocionar o traballo de xóvenes autores. Cando no ano 2000 Carlos Príncipe se cargou a Fotobienal igual pensaba que nos facía unha faena, pero eu xa tiña ganas de coller a cámara», asegura.
Aunque admite que actualmente lo tienen un poco parado, el fotógrafo no ha dejado su labor en el Centro de Estudos Fotográficos, Cef, a través del que, -también junto a Suárez Canal-, llevan a cabo una interesante labor como editores de colecciones de libros de fotografía como Do Trinque o Álbum . Y también continúan apoyando a nuevos creadores gestionando proyectos como el que promovió recientemente el Náutico o el que convoca actualmente el Museo do Mar. Sendón relaciona su regreso con dos momentos específicos, el encargo que le hicieron para retratar la nueva silueta del campus vigués en pleno frenesí constructivo, y el desastre del Prestige que le llevó, como a otros muchos, a necesitar contar en imágenes lo que estaba ocurriendo en las costas gallegas.
Un fetiche
Sendón no se reconoce en el perfil de coleccionista, y aunque guarda varias cámaras, algunas antiguas y otras simpáticas realizadas con materiales como latas de refrescos o chocolate, no forman parte de una afición recopilatoria. «A primeira que tiven -se lamenta- non a conservo porque ma roubaron. Varias delas son regalos que me fixeron», explica. Sin embargo, hay un objeto que aunque no tienen nada que ver con su trabajo, que sí se inscribe dentro de la categoría del fetiche, en una colección de pieza única. Su historia comenzó hace más de veinte años y desde entonces, le acompaña. «Hai máis de vinte anos íamos no verán de cámping, e nunha ocasión, cando a miña filla Olaia tiña sete anos, fixo unha especie de construción cos tensores de goma das tendas de campaña que fíxome graza no seu momento e a gardei no coche. Pois desde aquela foi pasando polos sucesivos coches que fun tendo e alí sigue. Converteuse nun amuleto que dáme sorte na estrada, aínda que para as multas de aparcamento non funciona», bromea. «A peza xa perdeu a elasticidade pero iso non importa. As cousas que teñen historia están deterioradas, como nós mesmos». Olaia Sendón es ahora una joven de casi 30 años que ha seguido los pasos de su padre en las aulas (es profesora en la Escuela de Imagen y Sonido de A Coruña), y con la cámara (desarrolla una carrera como documentalista y realizadora muy cercana a la sensibilidad de la luz). Ambos trabajaron juntos en Derradeira sesión , fotos de cines en ruinas o que han sido remodelados para cumplir una nueva función social, que se presentan junto al documental Os fabulosos irmáns da luz , que firma Olaia. Las imágenes acaban de presentarse en la espectacular Feria ShContemporary de Shangai. Además, con la exposición Madrid Mirada , una versión del Vigovisións , pero con la capital como objetivo de los fotógrafos, recorre Latinoamérica -de nuevo con Suárez Canal- con este proyecto para el Ministerio de Asuntos Exteriores. Manuel Sendón no echa de menos el pasado.