Muy en síntesis, esa viene a ser la biografía profesional de Chiara Scudieri, la inventora de I.C.O.N. Sostiene que detrás de la gran expansión que ha experimentado la firma de cuidados capilares en apenas seis años no hay más secretos que creatividad en el diseño de productos y trabajo duro, muy duro. La primera corre por su cuenta, en tanto al segundo se aplica con empeño todo el equipo.
Chiara ha sido la culpable de que Los Ángeles y Mondariz hayan estado conectados «por los pelos» desde el viernes hasta ayer. Y es que I.C.O.N. eligió la villa termal para reunir a algunos de los mejores estilistas de Europa (y algún infiltrado de Canadá) para presentarles las tendencias en cortes y colores de cara al otoño y, sobre todo, la última invención de Chiara recién incorporada al catálogo de productos, una infusión que hace las veces del acondicionador.
En la elección de Mondariz como punto de encuentro de tanto artista capilar internacional por metro cuadrado ha tenido mucho que ver Jorge Rubín, la persona que primero creyó en el proyecto de Chiara. Su Redondela natal y el Vigo de sus inicios profesionales le tiran mucho, así es que aunque ya hace años que tiene en Los Ángeles su puerto base, viene con frecuencia y, cuando puede (como es el caso), arrastra a otros.
Ayer, sin ir más lejos, convirtieron el Balneario de Mondariz en una pequeña Babel. Gracias a los traductores, la comunicación entre alemanes, holandeses, belgas, italianos, franceses, portugueses... y españoles fue fluida. En una cosa estuvieron todos de acuerdo, no se podía haber elegido mejor escenario. «Es perfecto», resumió Jan Van der Korput (La Haya). «Por no hablar de la comida y el vino», apostilló su colega Leon Hanssen (Dusseldorf), para el que Mondariz resume la filosofía de la firma: «Es auténtico y natural».
Las cosas no siempre fueron fáciles para Chiara. El mundo de la peluquería la atrapó desde bien joven, pero su padre, emigrante napolitano en California, asociaba la profesión con una vida poco ordenada, así es que trató de disuadirla. «De hecho, le hice caso y busqué empleo en otro sector. Trabajé cuatro años en un banco. Fue horrible. Al final no aguanté más y me matriculé en la escuela de peluquería», cuenta.
La parte práctica de la formación la hizo en Sebastian. Sus responsables enseguida se percataron del potencial creativo de Chiara. Pero ella quería dar un paso más. «Mi pasión eran los líquidos. Sin abandonar la peluquería, puse mis ojos en el laboratorio. Finalmente terminé por compartir ambos; tres días a la semana en la primera y los tres restantes en el segundo», explica. Casi sin darse cuenta vio como se comercializaba su primera creación. Para entonces su padre ya estaba orgulloso del trabajo de Chiara.
La compra de Sebastian por parte de una multinacional precipitó su conversión en empresaria. «Allí las cosas eran muy rígidas. No había hueco para nuevas ideas y yo no estaba dispuesta a perder el alma. Mi trabajo había dejado de ser una pasión para convertirse sólo en eso, trabajo. Muy triste», cuenta.
En Sebastian había conocido a Jorge Rubín, profesional también con inquietudes. «Le propuse juntar esfuerzos y aceptó. Yo me encargaría de los productos y él de desarrollar el negocio». Y menudo desarrollo. Empezaron por unos pocos básicos, con un espray para tratar el pelo rebelde y encrespado como buque insignia, y a día de hoy cuentan con 24 productos en el catálogo. Lo último de lo último, la infusión hidratante, lo presentaron en Mondariz. La próxima semana lo harán en una de las ferias más importantes del sector, la de Las Vegas. Luego vendrá el resto del mapa.
Pese a tanto compromiso, no ha perdido las buenas costumbres y dedica los viernes y los sábados a cortar y peinar a sus clientes de siempre, entre los hay nombres tan conocidos como Priscilla Presley o Rick Dees. Por si quieren anticiparse a lo que vendrá, apuesten por los cortes redondos y la mezcla de colores. De nada.