Los datos no son del todo recientes, pero sirven para ilustrar la evolución de la epidemia de la obesidad en Galicia, en donde el 15% de los niños y adolescentes son obesos. Entre el año 1979 y 1991 un niño gallego de diez años ha ganado una media de seis kilos de peso. Y entre 1971 y el 2001 el tamaño de la cintura de las niñas ha aumentado en cinco centímetros. Son los datos del estudio Gallinut aportados por la pediatra Rosaura Leis, quien admite que si bien es cierto que los jóvenes gallegos ganaron en altura, lo hicieron mucho más en acumulación de grasa. «El problema de la obesidad no es pesar mucho, sino la grasa», resalta. Y existe otro problema añadido e igual de preocupante: comer mucho no equivale a alimentarse. Los expertos han observado que la dieta actual es muy rica en energía, en determinados nutrientes, en grasas saturadas y en grasas trans (química para conservar los alimentos), pero pobre en Omega 3, hierro, calcio y vitamina D. «Es una dieta productora de obesidad», se lamenta Leis. Pero aún hay más, los últimos estudios han demostrado que una excesiva grasa en el cuerpo se come los ya de por sí poco elevados nutrientes que ofrece la dieta. «El tejido graso podría actuar como secuestrador de estos nutrientes», certifica la investigadora.
Un ejemplo de productos energéticos son los refrescos. Uno solo rico en azúcares aporta 150 kilocalorías, que el cuerpo no es capaz de gastar si se ingiere a mayores de la comida del día.