El Monte do Gozo no da más de sí

SOCIEDAD

El recinto solo tiene capacidad para 37.800 personas, aunque la cifra de asistentes pudo ser de 45.000

04 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Se buscan culpables del desaguisado, y los cientos de afectados por la desastrosa organización del concierto de Bruce Springsteen en Santiago lo tienen claro: los organizadores.

De la experiencia del domingo por la noche en Santiago salen dos conclusiones principales: la primera, que el recinto del Monte do Gozo está obsoleto, desfasado, y que necesita una completa reforma si alguien quiere embarcarse en una aventura musical de la envergadura de Working On a Dream, la gira europea del Boss; la segunda, que la organización no le llegó a la suela de los zapatos al público.

Estafados

Y aunque ha pasado el día, la romería continúa: veinte denuncias había recogido ayer la comisaría compostelana y otras diecinueve -algunas firmadas por decenas de afectados- el Instituto Galego de Consumo por personas que se sintieron literalmente estafadas, al haber pagado 74 euros por presenciar el concierto de Springsteen en unas condiciones lamentables.

El colapso monumental en la entrada es lo más criticado, junto con el overbooking evidente, las condiciones del auditorio, tanto de visibilidad como del propio terreno, y la ausencia absoluta de medidas de seguridad; cualquiera que presenciara la situación se daría cuenta de que, en varias ocasiones, se mascó la tragedia. Si la cosa no llegó a más fue porque el público supo comportarse, no porque la organización hiciera nada para evitarlo.

Lo peor, en la zona B

La situación más peligrosa se dio en la zona B, donde el público llegó a tirar vallas para buscar mejor visibilidad y acomodo en una zona reservada. Las personas que controlaban las entradas se vieron desbordadas y llamó la atención que, en muchos casos, ni siquiera se requiriese la entrada para acceder. No fueron pocos los que se colaron por debajo de los toldos de separación, mientras que un tropel humano se subió encima de los tejados de los servicios para poder ver al Boss, ya que la inversión de 74 euros y las largas colas no les sirvieron de nada: hacinados, sin visibilidad, con condiciones acústicas malas y con los pies sobre un auténtico barrizal; un despropósito en toda regla.