El tiempo no se detiene, pero el sol corre más aún. La exposición inadecuada a la radiación ultravioleta es una de las principales causas del envejecimiento prematuro de la piel, hasta el punto que se calcula que el 75% de las arrugas y la falta de elasticidad de la piel no se deben al paso de los años, sino a los efectos del sol acumulados a lo largo de la vida sin una correcta protección.
¿A qué se debe esta situación? A que los rayos ultravioleta emitidos por el astro rey generan daños en las capas interiores de la piel debido a que propician la formación de radicales libres. Es un fenómeno que los especialistas conocen como fotoenvejecimiento, que se traduce en aparición de arrugas, de venitas dilatadas, de manchas de diferentes colores que van del blanco al negro, de lesiones parecidas a las verrugas, además de en el desarrollo de manchas del tipo del paño o melasma, así como en enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso.
Si el mayor riesgo de una exposición solar inadecuada es el desarrollo de cánceres malignos como el melanoma, que se manifiesta al cabo de los años a partir de quemaduras solares en la infancia, o de otros más tratables, como los carcinomas basocelular o espinocelular, la radiación ultravioleta acumulada a lo largo de una vida también favorece la aparición de tumores benignos de piel, como queratosis seborreica, angiomas adquiridos o queratosis actínica.
La piel, sin embargo, no es la única damnificada por los rayos solares, ya que los ojos constituyen otro importante factor de riesgo que es necesario proteger. De hecho, la exposición prolongada al sol provoca daño ocular y puede aumentar hasta en cuatro veces la posibilidad de desarrollar cataratas, la mayor causa de ceguera en el mundo.
«Que acabemos desarrollando cataratas es ley de vida, nos va a pasar a todos cuanto más viejos seamos, lo que ocurre es que hoy en día es bastante habitual que gente joven menor de 60 años tenga que ser operada de cataratas a causa de la transparencia del cristalino», explica Enrique Valcárcel, presidente del Colegio de Ópticos y Optometristas de Galicia. Los ópticos vienen insistiendo desde hace años en la utilización de gafas homologadas para protegerse tanto de la luz del sol como de las radiaciones ultravioleta A y B, la herramienta para prevenir cataratas prematuras. La conciencia de la población ha aumentado, pero aún es insuficiente. «Se siguen viendo muchas gafas por la calle que no están homologadas», advierte Valcárcel.