El Finis Terrae supone una revolución para la ciencia en Galicia. En primer lugar, servirá para reforzar al máximo el Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga), donde estará ubicado. En la actualidad, genera una media de 40 proyectos en España y en el extranjero, que aportan unos ingresos de 2,5 millones anuales. Se espera que en el 2010 se alcancen los 20 millones. En el 2008 está previsto que el centro preste servicio a unos 4.000 científicos, aunque tendrán prioridad para usarlo los investigadores de las universidades gallegas y del CSIC.
Es especialmente útil para disciplinas que requieren de una gran necesidad de cálculo, como es el caso de la nanotecnología, la genómica o la biomedicina. También para la climatología, el diseño de moléculas o la modelización de océanos. En estos terrenos competirá con ventaja con el Mare Nostrum de Barcelona, más rápido, con más procesadores (4.000) pero con menor capacidad de memoria (nueve terabytes).