La Fiscalía descarta que la muerte del sargento Rodríguez Conde esté vinculado con su estancia en prisión
13 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Los últimos éxitos policiales en la lucha contra el tráfico de estupefacientes está provocando que las mafias de la droga adopten nuevas vías para tratar de introducir estas sustancias en Pontevedra. Así lo puso de manifiesto ayer Marcelo Azcárraga, fiscal antidroga provincial, al término del curso sobre policías judicial en el que tomaron parte 65 agentes de Pontevedra y Ourense.
«Se está trabajando muy bien», subrayó, al tiempo que puso como ejemplo la operación que hace casi un año permitió decomisar más de ochocientos kilos de cocaína que, camuflados entre gambas congeladas, habían entrado por el puerto de Marín. «Fue una investigación magnífica en la que se consiguió una incautación de droga a través de un medio que es de muy difícil captación».
Este hecho, junto con otras investigaciones en curso, estarían obligando «incluso, yo creo, a cambiar el modus operandi de estas organizaciones».
Así, precisó que si hasta hace un tiempo el uso de pesqueros o grandes barcos era el método tradicional de introducir los estupefacientes, que luego eran alijados en la costa de las Rías Baixas, ahora este tipo de transporte «ha disminuido muy considerablemente». De este modo, en la actualidad, se está utilizando más otras vías, como pueden ser el empleo de contenedores, donde igualmente «ha habido grandes éxitos» policiales.
Cocaína más adulterada
Este cúmulo de circunstancias está derivando, asimismo, en que haya «una sensación de desabastecimiento de cocaína en nuestra comunidad». A este respecto, el fiscal pontevedrés antidroga recordó que las Rías Baixas fueron habitualmente la puerta de entrada de una gran cantidad de esta droga «y, además, de gran calidad». Sin embargo, los tiempos cambian y «actualmente hay una sensación de desabastecimiento, de encarecimiento de precios o de mayor adulteración de la droga porque se trae de otros lugares ya dentro de España».
Azcárraga, por otro lado, lamentó la muerte en la cárcel de Monterroso de José Antonio Rodríguez Conde, el que fuera sargento del servicio fiscal de la Guardia Civil en el puerto de Marín y que fue detenido en julio del 2009 a raíz de una operación antidroga. Eso sí, dejó claro que, «por lo que me han comentado, el infarto se habría producido igual tanto fuera como dentro de prisión. No tiene nada que ver la estancia en la cárcel. Yo lo lamento. El destino está ahí y nosotros no sabemos cuando nos va a llegar».
Asimismo, reconoció que, en esta misma causa, se modificó la situación procesal de otros imputados «por el deterioro físico producido por un padecimiento».