Interrumpieron la intervención del arquitecto vociferando contra el gobierno local
31 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.El sector crítico de los bomberos de Pontevedra hizo aparición ayer para tratar de reventar un acto convocado por el gobierno local. En este caso no era en el interior de las dependencias municipales -que está prohibido, como se encargó de recordar esta misma semana la circular elaborada por el concejal de Personal-, sino en plena calle. Concretamente en San Román, que ayer se inauguraba tras las obras de reforma.
Un grupo formado por once bomberos -pertrechados de cascos y chaquetones reglamentarios- esperaba a la comitiva formada por políticos, vecinos, comerciantes y periodistas al inicio de la calle portando una pancarta en la que se podía leer «Pontevedra, a la cola de Galicia en seguridad ante las emergencias». Los bomberos abordaron a los políticos pidiéndoles firmas en apoyo a su campaña en demanda de incrementar la plantilla. Todos pasaron de largo. Únicamente el concejal del PP Jacobo Moreira les respondió para recordarles que él ya había firmado con anterioridad el escrito. La de Moreira, por tanto, es una de las más de 7.800 firmas que los bomberos dicen haber logrado durante su campaña en la calle.
Los bomberos se convirtieron en la sombra de los políticos vociferando consignas contra el gobierno local -«no dialogan, tienen algo que esconder»-, contra la falta de medios -«¡tenemos que tirarnos al río en calzoncillos porque no tenemos trajes de neopreno!»-, e incluso contra las obras de la calle San Román, de la que llegaron a criticar que «la acaban de reformar y no cabe un camión».
Los bomberos interrumpieron con sus gritos la intervención del arquitecto municipal Ángel Velando, que trataba de explicar las características técnicas de la reforma. Ahí se vivió un momento de tensión, ya que el alcalde pidió a los policías locales presentes que hicieran callar «a eses señores». Los bomberos intensificaron sus críticas y acabaron, curiosamente, en silencio mientras el alcalde se dirigía a los presentes. Al acabar la alocución de Lores prorrumpieron en irónicos aplausos y abandonaron el lugar.