Un sabio conocedor del hombre, el lenguaje y el paisaje castellanos

La Voz

CULTURA

13 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Aunque viví hasta el año dos mil..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica La Luz. Esto es, los últimos años literarios no le sirvieron de nada». Delibes dejó escrito este obituario en puntos suspensivos en el primer tomo de sus obras completas, en octubre del 2007. El escritor, periodista y académico de la Lengua confirmaba así que con El hereje (1998) había concluido una producción literaria que lo convirtió en maestro de la narrativa del siglo XX.

Delibes fue, además, un sabio conocedor del hombre, el lenguaje y el paisaje castellanos. Él se consideraba «un narrador rural apasionado por la naturaleza» y siempre fiel a sí mismo.

Sus textos literarios son un retrato fiel y crítico de las tierras y hombres de su Castilla natal, además de un alegato en favor de la naturaleza y la armonía entre el hombre y el medio natural.

Viajero, cazador, pescador y amante del campo, Miguel Delibes nació el 17 de octubre de 1920 en Valladolid. Estudió Comercio, Derecho y Periodismo y obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de su ciudad. Empezó profesionalmente en la banca y después compaginó docencia, periodismo y literatura. Entre 1941 y 1963, trabajó en el diario El Norte de Castilla , del que fue caricaturista, redactor y director (1958-1963). Debido a la censura, abandonó el rotativo. En ese diario empezó a cultivar la concisión y el calado humanista que desprende no solo la docena de libros publicados en aquella etapa, como El camino (1950) y Las ratas (1962), sino toda su obra literaria posterior, alrededor de setenta títulos.

De todas sus novelas, relatos breves, ensayos, artículos periodísticos y crónicas viajeras, Delibes se quedaba con Viejas historias de Castilla la Vieja ( 1964), de apenas 50 páginas y que considera «el más representativo por su prosa, su paisaje, sus personajes, su movimiento y su sentido del humor».

Muchas de sus obras han sido adaptadas al cine -destaca especialmente Los santos inocentes (1984), de Mario Camus-, la televisión o el teatro. En este último terreno queda el recuerdo de sus Cinco horas con Mario , monólogo interpretado por Lola Herrera.

Sus cuatro últimos libros han sido El hereje (1998) -su última novela-, los ensayos España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela (2004) y La tierra herida (2005, escrita con su hijo Miguel) y Viejas historias y cuentos completos (2006).

Al saber, en noviembre pasado, que a su lista de premios -el primero, el Nadal por La sombra del ciprés es alargada (1947) y después el Nacional de Literatura, el de la Crítica, el Príncipe de Asturias de las Letras, el Cervantes y el Nacional de Narrativa- se sumaba la Medalla de Oro de Castilla y León, el autor, fiel a su talante humilde, respondió: «Mucho metal para mí».