Alba Planas da vida a Hildegart en «La virgen roja»: «Sigo pegando un bote en la silla cuando veo el final de la película»

MARTA REY / S.F.

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JUAN MIGUEL HERRERO

La actriz interpreta a la niña prodigio que fue concebida por su madre para ser la mujer del futuro en el nuevo filme de Paula Ortiz. «De Najwa Nimri he aprendido lo difícil que es sumergirte en un personaje tan oscuro», confiesa

04 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay historias reales que cautivan y encogen el corazón a partes iguales. Y esta es una de ellas. Aurora Rodríguez Carballeira dio a luz a una niña a la que llamó Hildegart. Con ella pretendía «crear» a la mujer del futuro bajo sus fuertes pensamientos sobre eugenesia. La pequeña, con 2 años ya sabía leer, con 8 hablaba tres idiomas y cuando cumplió la mayoría de edad ya era abogada. Gracias a sus discursos sobre la libertad sexual y el feminismo, Hildegart se convirtió en un referente durante los años 30 en España. Sin embargo, el miedo de Aurora a que su hija quisiera sentirse libre o se enamorara, hizo que la matase de cuatro disparos. Porque su hija era para ella y para nadie más. Ahora, acompañada de Najwa Nimri en el papel de Aurora, Alba Planas se mete en la piel de Hildegart y se pone bajo las órdenes de la directora Paula Ortiz en La virgen roja.

—¿Cómo ha sido viajar a 1931?

Fascinante, porque es una época que dura muy poco en la historia de España y que yo la desconocía. Creo que se profundiza poco en esta etapa a la hora de estudiar Historia de España en los institutos. Me sorprendió conocer que durante la Segunda República española, tanto aquí como a nivel mundial, surgió de golpe un auge de la cultura, la libertad, la expresión artística... Ha sido increíble investigar sobre todo eso, así como en los estudios de Hildegart sobre la sexualidad de la mujer y el feminismo. Es alucinante lo avanzada que estaba para su época. Era una mujer que escribía cosas que a día de hoy serían completamente contemporáneas o incluso revolucionarias. Para mí, todo ha sido una sorpresa y a la vez un poco una tristeza, en el sentido de que te das cuenta de la involución que ha habido después.

—He visto la película en el cine y tengo que decirte que toda la sala nos hemos llevamos las manos a la boca con el final...

Incluso yo, sabiendo qué es lo que va a pasar, las veces que la he visto, siempre he pegado un bote en la silla en esa escena [risas]. Mira que ya me la sé, pero, aun así, me sigue impactando.

—¿No te has planteado ir de incógnito a una sala de cine para ver las reacciones del público?

Me da un poco de vergüenza que de repente me reconozcan [risas]. Sí que es verdad que la he visto en salas de cine con público, como en el Festival de San Sebastián, y ya he podido comprobarlas.

—Me imagino que te llevarás un pedacito de la directora, Paula Ortiz, para siempre...

¡Un pedacito no, me llevo todo! Con Paula he forjado una amistad muy bonita y sigo aprendiendo cosas. He aprendido con ella a un nivel infinito, tanto a nivel humano como profesional. Es una directora con una mirada muy única y es difícil encontrar a una persona que tenga un lenguaje tan concreto y con tanta personalidad. Ha sido un placer navegar en ese universo de Paula Ortiz y encima con ella de capitana.

—Y de Najwa Nimri, ¿qué has aprendido?

Es una actriz a la que admiro profundamente. Ya solo compartir planos y sala de ensayo con ella, me ha hecho aprender un montón a nivel interpretativo. También he aprendido mucho acerca de lo difícil que es meterte en la piel de un personaje tan oscuro, porque el personaje que interpreta es muy complicado. Creo que lo ha abordado con una maestría y una profesionalidad brillante. Es muy difícil porque no todo el mundo se atreve a hacerlo. Otra de las lecciones que me ha enseñado es a ser respetuosa con los compañeros, en el sentido de que ella estaba navegando en una energía muy oscura por su personaje y para no contaminarnos al resto de actores y equipo, respetaba mucho las distancias.

—En la película, Hildegart hace referencia en sus discursos a las agresiones sexuales o la violencia obstétrica que sufren las mujeres. Parecen temas del 2024 y no del pasado...

Totalmente. Justo lo comentamos Paula, Najwa y yo antes de empezar el rodaje. La mitad de los ensayos consistieron en debatir y conocer un poco la filosofía de esta época, de todo este movimiento de la mujer en el que Hildegart tuvo mucho que ver. Coincidíamos en que son discursos aplicables a nuestros tiempos. Y ya no solo eso, sino que había algunos discursos en concreto de Hildegart en los que hablaba con un rigor, una precisión y una limpieza de la palabra que, comparado con los de hoy en día, parece todo más sucio. Como que el discurso se ensucia más, se polariza y se pierde un poco el sentido.

—A ella la admiraba todo el mundo en aquella época, ¿tú a qué mujer admiras?

—Tengo un montón de mujeres a las que admiro. Hildegart es una de ellas, mucho más después de haber buceado en ella. Ahora se me viene a la cabeza también Emma Stone, que es una de mis actrices contemporáneas favoritas. Te podría decir muchísimas, pero bueno, en mi ámbito laboral, es una gran referente.

—¿Te ha pasado en alguna escena que por estar demasiado inmersa, hasta que no dijesen: «Corten», te has olvidado de estar actuando pensando que es la vida real?

—Sí, la verdad, pero siempre hay un punto en el que tienes que despegarte de eso, porque si no, perderías la cabeza. Pero sí que ha habido momentos de lucidez muy bonitos, porque el solo hecho de la ambientación de la época, ya te colocaba en ese lugar. Por ejemplo, recuerdo que una de las escenas más emocionantes de grabar fue cuando Hildegart da su segundo discurso. En el momento que termina, todo el público se pone en pie y la gente empieza a cantar La internacional. Fue muy emocionante, porque de repente era como ver a toda la figuración caracterizada, el trabajo del equipo de arte... Era como teletransportarte a esa época y a esas ansias de cambiar las cosas a mejor. Pensaba mucho en mi abuelo y en mis generaciones pasadas que vivieron toda esta etapa.

—El personaje que interpretas nació para ser libre, pero es todo lo contrario. A tus 24 años, ¿te has sentido así alguna vez?

Sin duda. Creo que hoy en día se ha avanzado mucho, pero creo que queda camino por recorrer. Considero que hay muchos ámbitos en los que el ser humano, en general, pero en concreto más siendo mujeres, no terminamos de poder ejercer la libertad tal y como nos gustaría. Incluso yendo a ciertos espacios en los que te puedas sentir insegura. Eso es un acto de prohibir tu libertad, de que no te sientes con la suficiente confianza como para ser tú misma y estás como en constante alerta.

—Hildegart soltaba la rabia en su máquina de escribir, pero ¿tú dónde desahogas?

Creo que la interpretación es una gran fuente de desahogo para mí. Desde pequeña, que empecé simplemente como hobby, me ha resultado muy terapéutico el interpretar a otros personajes y salir como un poco de mi mente en ciertos momentos.

—Hacer de Hildegart ha sido un reto. ¿Qué papel sueñas con interpretar ahora?

Más que un personaje en concreto, me encantaría trabajar con un director como Sorrentino.