«Todo son ventajas», insisten los promotores gallegos de la comercialización del vino en «bag in box» en hostelería. «Es más barato, más sostenible, el vino no evoluciona ni pierde propiedades... El único problema son los muchos prejuicios que aún existen respecto a este envase», comentan
10 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Romper la inmediata asociación entre el bag in box —un envase que consta de una bolsa flexible y hermética dentro de una caja de cartón— y el vino de escasa calidad, es el reto que se han impuesto un grupo de hosteleros gallegos, empeñados en demostrar las muchas bondades que este formato, y su servicio a través de un grifo, ofrece para todos los eslabones de la cadena: el bodeguero, el consumidor final y el propio hostelero.
La tendencia del vino en grifo, con destacados referentes a nivel estatal como La Caníbal, en Madrid, ya cuenta en Galicia con exponentes como Abastos 2.0 y Xénese, en Santiago, el Derby, en Vilagarcía, o Malte, en A Coruña.
El local coruñés, pionero en apostar por el bag in box, cuenta con 10 grifos de vino. Su propietario, Juan Fernández, tiene clarísimo que «con este formato, todo son ventajas». A la hora de enumerarlas, subraya el ahorro considerable que para el bodeguero supone el no tener que utilizar botellas, ni corcho, ni etiquetas. Un ahorro, asegura, que después se traslada al cliente. «El precio de la botella de Obranco, de Pablo Soldavini, en cualquier local de hostelería ronda los 24 euros. Nosotros servimos un litro por 16 euros».
Pero más allá de cuestiones pecuniarias, el responsable de Malte destaca los beneficios que el bag in box supone para el vino. «No tiene ningún tipo de contacto con el oxígeno ni con la luz y por lo tanto el vino no evoluciona y conserva todas sus propiedades. Y tampoco hay riesgos, como que lo pueda dañar el corcho», expone. El reto es romper el estigma del formato y convencer al cliente de que este envase es tan bueno, «o mejor», para el vino que la botella. Sobre todo para los vinos jóvenes.
Reconoce Juan Fernández que al público aún le cuesta romper con la liturgia de abrir una botella de vino y volcarlo en una copa. «Nosotros les llevamos los vinos ya servidos, en copa o en jarra de medio litro o un litro y hay gente que lo mira con recelo. Después lo prueban, constatan que el vino es igual o mejor que el embotellado y ya lo aceptan perfectamente. En ese sentido, nos queda una labor de fomento y didáctica muy importante por hacer», dice.
Una labor que ha de extenderse a los bodegueros. Los todavía escasos locales de Galicia que sirven el vino en grifo trabajan principalmente con pequeños cosecheros gallegos, a los que ofrecen esta alternativa como una vía más de comercialización y negocio. «La mayoría lo aceptan de buen gusto», comenta Juan Fernández, «Dicen ‘voy a hacer una prueba' y enseguida acaban convencidos de sus bondades y ventajas».
En Vilagarcía, José Dieste, cuenta en el Derby con seis grifos de vino que van rotando semanalmente al objeto de «ofrecer una experiencia dinámica y divertida del consumo del vino».
Dieste aboga por «actualizar y modernizar el servicio del vino remasterizando un formato de antaño». En su caso, pone el foco además en la cuestión de la sostenibilidad. «Este formato reduce el uso de vidrio, de tapones de plástico o de corteza y facilita su transporte, con lo cual también estamos reduciendo la huella de carbono».
El Derby apuesta también por pequeños productores gallegos, lo que le permite garantizar la excelencia en la materia prima. El vino, además, cae del bag in box al grifo y a la copa por gravedad, por lo que no entra en contacto con ningún elemento añadido. «Es importante que el consumidor descubra en este formato vinos que le seduzcan para acabar con el tabú de que todo lo que se comercializa en bag in box es ratán».