Jesús Fernández Alonso, experto en memorización: «El mejor momento para que se te quede algo es después de hacer deporte»
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«Tu inconsciente puede mandarte una enfermedad el día antes del examen», señala el experto, que añade que «empapelar la pared de pósits garantiza el aprobado». La preparación psicológica es tan importante como la formativa, asegura
27 may 2024 . Actualizado a las 18:03 h.Que te guste lo que estudias o, al menos, que logres convertirlo en algo entretenido. Que sepas hacia dónde vas, qué quieres conseguir con ello. Que te prepares psicológicamente para que tu inconsciente no te sabotee. Y, por supuesto, que adquieras técnicas de memorización que te permitan convertirte en una esponja de datos. Esas son las claves para aprobar que arroja Jesús Fernández Alonso, ingeniero, divulgador con Ciencia en Movimiento en muchos centros escolares gallegos y experto en memorización tras completar el curso de Ramón Campayo, campeón mundial de esta disciplina. «Lo esencial para retener datos, cifras o palabras es ir creando con ellas una película. Cuanto más extravagante, mejor», asegura. Esto y mucho más enseña a los opositores de Academia Postal de Vigo en su módulo del curso MOMO, en el que les enseña a crear sus propias películas.
—A ti te dan 20 números o palabras con un minuto para memorizarlos, y después sabes no solo cuáles eran, sino en qué orden estaban colocados. ¿Es así?
—Sí. Bueno, el número es lo de menos, pero es así. Por ejemplo, ¿cómo memorizo tu nombre y a qué te dedicas? Me imagino que eres Noé, te enganchas en una silva y, como estás allí enganchada, dices: ‘¿Qué hago?’. Y como no tienes nada a mano para hacer, te lees un periódico. Pues ya está ahí tu nombre, tu apellido y tu profesión.
—¿Y con los números?
—Por ejemplo, imagínate que empujas un sofá, una palabra a la que tú has asociado en un casillero mental previamente al número 67. Ese sofá se cae por una cima, 63. Después, se cae encima de una lata, 51, que la tiene un animal en la mano, 23. Y llega a la escena del crimen una oca carroñera, 3, porque claro, ese animal murió tras caerle el sofá encima. Y ya tendrías los dígitos de un teléfono simplemente asociando cosas. Es como una película mental, lo que hacen todos los grandes memorizadores cuando retienen cientos de palabras o de dígitos. Y hay muchas más técnicas: acrónimos, imágenes, canciones, dibujos… Se trata de que cada uno elija las que le gustan.
—¿Qué es eso del casillero mental?
—Un casillero mental es lo siguiente. Que siempre que vea el numero 67 me vaya a aparecer un sofá, por ejemplo. Y eso se entrena. Que siempre que me aparezca un 37, por ejemplo, sea la mafia. O el 73 es la fama, una persona famosa. Es un código que asocia imágenes a números y que se queda grabado a fuego en tu cerebro, el padrenuestro de cada día. Eso es lo que se ve en la tele cuando alguien memoriza a lo bestia, así sin más, en uno o dos minutos. Pero por detrás está un trabajo que es como el que entrena para los Juegos Olímpicos, lo mismo.
—Parece que tiene una parte creativa muy importante.
—Sí. La parte creativa es ir enlazando para crear una historia. La creatividad es importantísima en el estudio, en el conocimiento y en la vida. Lo esencial es que cada uno, cuando vaya encadenando lo vaya haciendo de forma que su película le sea graciosa, entretenida y extravagante. Lógica, pero extravagante. Y eso hace que, posiblemente, jamás en la vida lo olvides.
—¿Cómo se puede memorizar algo de forma permanente?
—Lo principal para memorizar algo de manera permanente es entenderlo, que comprendas aquello que estudies. Y, después, hay cosas muy difíciles de comprender. Por ejemplo, cadenas de números, palabras o nombres casi aleatorios… Datos que decimos que son puros y que es prácticamente imposible, porque no tienen un orden lógico. Lo ideal para memorizarlos es, de nuevo, encadenar una película que sea lo más extravagante posible. Si es extravagante de verdad, no la olvidas. Es como el día que cayeron las torres gemelas. Seguramente ese día sabes dónde estabas, con quién, qué hiciste. Y lo recuerdas todo.
—Pero ahí ya no hay que montarse ninguna película, se queda grabado sin más.
—Sí, porque fue un impacto emocional muy fuerte y, como ha llevado mucho sentimiento implícito, no se olvida. Pero al estudio también se le puede poner ganas, sentimientos, motivación… Se le puede poner de todo a la vida, y así es como lo vas a retener. Si a la mente no la endulzas ni le pones cosas bonitas, lo vas a desechar. Si a tu inconsciente no le gusta lo que estudias, en el mejor de los casos apruebas el examen, pero lo has vomitado y lo olvidas. En el peor, no lo superas y lo vuelves a estudiar todo casi desde cero.
—Hay otro peor, que es quedarse en blanco. ¿Qué pasa ahí?
—Es debido a tu inconsciente, que es algo que en el curso trabajamos mucho. El inconsciente es como un gorila que tenemos dentro y que en los momentos de pánico o de gran estrés, te sabotea. Entonces, hay que evitar que nos haga jugarretas. Que nos mande una enfermedad el día antes del examen, que nos ponga nerviosos, o que nos deje en blanco. Eso es debido a que no lo tenemos dominado, y nos domina él a nosotros. Nos paraliza. También puede ser una segunda causa, que si te lo estudias todo la última semana o el día antes, no esperes llegar al examen y triunfar, no. Te quedó memorizado tan cogido con pinzas todo, que se te olvidó. Si lo llevas estudiado desde hace tiempo, es mucho más difícil que te quedes en blanco. O que te domine ese gorila.
—¿Cómo dominar algo de lo que ni siquiera se es consciente?
—Ese es el gran problema que muchos psicólogos mencionan. Primero hay que ponerle cara y saber quién es. Es un gorila, pero inocente. Es enorme, puede pesar 400 kilos, pero con mentalidad de bebé. Hay que ir domesticándolo poco a poco de manera sutil. A tu mente inconsciente no le puedes decir: «Mira, mañana tengo un examen importante, entonces duérmete». Hay que ir entrenándola con técnicas de visualización creativa, relajación, programación neurolingüística… Hay multitud de técnicas para en el día a día ir trabajándolo y que después te permitan el día del examen rendir el óptimo de lo que hayas estudiado. Pero que el inconsciente no te traicione, que no te boicotee. Cuando dices «estoy nervioso», no es tu mente, no eres tú. Es tu inconsciente, que te la está jugando.
—Pero al que estudia horas y horas y va preparadísimo también le pasa.
—Si tú a tu inconsciente le dices que si no apruebo el examen, me tiro de un puente o qué será de mí, el inconsciente se lo cree, porque es inocente. Y se lo cree a pies juntillas. Entonces, como él percibe que vas a algo muy complejo y que lo estás pasando muy mal, no te va a dejar ir. Quiere que te enfermes, que cojas fiebre, diarrea, dolor abdominal… Lo que sea, para que no vayas. Pero si tú le vas dando mensajes de «tal día voy al examen, voy a estudiar», y lo haces, eres coherente, no habrá problema. Si no estudias, no esperes milagros. Pero si tú lo has trabajado, y eres coherente, relájate. Si no apruebas en Vigo la oposición, vas a la de Pontevedra. Si no apruebas en Galicia, vas a Asturias. Y si no apruebas, dentro de seis o siete meses, habrá un examen similar en Madrid o en Las Palmas. Y si no hay plazas en la Policía Local, igual salen para la Guardia Civil, que tiene un temario similar.
—Estamos a un mes de la selectividad, donde se mezclan la inexperiencia y esa sensación de jugarse el futuro.
—Sí, unos ciertos nervios siempre hay, pero no puedes permitir que hagan que te quedes en blanco. Si estudias de manera consecuente y trabajas un poco la autoestima, que es algo importantísimo, lo vas a llevar. Yo también pasé por la selectividad, y luego cada uno se conoce. Yo sabía que tenía un punto negro que era el inglés, pero no pasa nada. Lo preparo, hago la media con todo, y ya está. Sales adelante. Tienes que estar bien arreglado psicológicamente de pies a cabeza. Y de alguna manera te tiene que llegar a gustar o entretener lo que estudias para que se te quede. Si no, tu cerebro no lo va a admitir.
—¿La dieta influye?
—Sí, una dieta equilibrada ayuda. Y el deporte. Si lo practicas, descargas todo el estrés. Cuando acabas de practicar deporte tu mente está lisa, como un plato, como el mar, y es el mejor momento para memorizar, después de hacerlo.
—¿La mejor técnica para tomar apuntes?
—Cada persona es un mundo. Yo tengo una letra tan ilegible que ni yo me la entiendo, entonces, cuando entré en la universidad, me lo pintaban negro. Sobreviví a base de fotocopias, y aprobaba. Incluso aprobaba yo, y los compañeros que me habían dejado hacer fotocopias suspendían. Y me di cuenta de la ventaja competitiva, porque yo en clase atendía y ellos transcribían. Luego, hacer resúmenes de tu puño y letra y esquemas, tantos como temarios, es esencial. Empapelar la pared de tu casa, o un corcho, el que lo hace, se garantiza el aprobado. Tu cerebro cada vez que pasa por allí, y ves aquellos apuntes y diagramas, sobre todo tu inconsciente, se alimenta. Y casi das un repaso mental sin darte cuenta.
—¿Es bueno en el día a día dejarse notas a uno mismo o hay que forzarse un poco a recordar?
—Los quehaceres cotidianos, lo ideal es anotarlos, ¿para qué? Para que tus preocupaciones descansen en un papel. Recojo a mi hijo tal día, tengo que ir al dentista… Eso te permite concentrarte en lo importante, y tu inconsciente se relaja. Si tienes tanta carga de estrés en tu vida o de angustia, por lo que sea, tu mente no está relajada para estudiar. Podrás pasar horas delante de los apuntes, pero aprender, no.
—¿Cuál sería la rutina ideal en las horas previas a un examen?
—Recetas mágicas no hay, depende mucho de la persona, pero lo ideal y lo que recomiendan los expertos, es relajarse. Y fluir. Si estudias 10 horas el día antes, llegas al examen cansado. El estrés va a estar ahí, es inevitable. Pero el esfuerzo ha sido grande durante un tiempo, por eso lo que no puedes hacer justo antes es apretar más, porque si no, tu cuerpo igual no puede levantarse el propio día del examen.
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—¿Y la clásica imagen de los estudiantes repasando apuntes en los pasillos de las facultades el día de la selectividad?
—Ese es un gesto casi más de cara a la galería, porque lo que no has estudiado en un año o en dos, no lo vas a estudiar cinco minutos antes. Yo pensaba mucho más en dónde voy a hacer el examen, si llevo todo el material que necesito o el carné de identidad, que sin él no puedes entrar… Pero el resto qué más da. Hay gente que ni come ese día. Pues no, preocúpate de comer. Si no, ¿en qué condiciones vas al examen? ¿Sabes adónde vas, lo que quieres y qué capacidad tienes? Pues antes o después llegas. Y llegas fijo. No tienes por qué pegar un esprint. Pero solo si tienes los objetivos claros. Esa es casi la lección número uno, y aplicable a todo en la vida.