Ni feos ni calvos

YES

ISTOCK

22 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un extraterrestre que se proponga analizar el aspecto de los seres humanos en el año treinta y tantos de nuestra era se encontrará con una circunstancia asombrosa: todos son guapos y ninguno es calvo. Repasen ya mismo el aspecto de sus amigos en las redes y descubrirán que todos se han convertido en bellezones de piel sedosa y dientes níveos, pibones que posan como las divas del viejo Hollywood y disponen de un fondo de armario que tiende a infinito. Los filtros digitales han metido un Photoshop en cada dedo, de manera que ahora cualquiera tiene dos identidades igual de relevantes: la que viaja por el metaverso a la velocidad de la luz y la que acude al supermercado a comprar calabacines. Esta segunda experimenta el proceso natural de envejecer, mientras la primera vive congelada en una fabulosa treintena que haría disfrutar a tope al Oscar Wilde del Dorian Gray. Si el extraterrestre es muy inteligente detectaría también una tensión ambiental entre las dos identidades, de manera que la que visita la verdulería a diario, porque el cuerpo físico tiene sus fallos y sus dependencias, trata de aproximarse a su referencia digital en una carrera a base de agujas, ungüentos e hipopresivos abocada al fracaso o a la decepción.

El extraterrestre observador constatará otro hecho: no hay humanos calvos. En ese año treinta y tantos de referencia puede que queden algunos viejos ancianos resistentes con el cartón al aire, pero todos los demás hombres de la Tierra mostrarán ondas de Sansón, cabelleras frondosas que reciben cuidados estrictos en el negocio más próspero del momento: las peluquerías de caballero a las que los señores acuden semanalmente para mantener sus cultivos capilares en las mejores condiciones.

En ese año treinta y tantos que suponemos, el extraterrestre se preguntará por el violento salto evolutivo que los terrestres experimentaron en un puñado de años. Las pruebas las tendrá en las fotos de los años ochenta, con toda la diversidad humana expuesta en su crudeza, con tipos y tipas gordos, flacos, calvos, imágenes de gente con barriga, labios finos, flequillos al bies y la misma camiseta de propaganda de Mirinda durante un par de veranos. Quizás concluya el extraterrestre que los humanos eran más guapos cuando eran más feos y más calvos.