El robot gallego que está triunfando en Holanda

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¿Se parece poco la clase de robótica a la realidad? Para que ese salto no sea demasiado grande, un grupo de profesores e investigadores de la UDC ha creado a Robobo, un alumno que ya tiene pasaporte

30 nov 2022 . Actualizado a las 13:20 h.

Que la robótica se está imponiendo en el programa educativo es un hecho. Y que cada vez estamos rodeados de más artilugios que funcionan con inteligencia artificial, otro. El problema viene cuando lo que se estudia en las aulas poco tiene que ver con la realidad que nos rodea. «Los alumnos de secundaria se encuentran en su día a día con una Roomba o ven por la tele robots que cortan el césped o que limpian la piscina, y casi todos usan cámaras láser o sensores lídar; en cambio los que se estaban utilizando en las clases no tenían nada de eso ni de lejos. Como profesor te pones a explicar robótica, pero no lo es, porque hoy nadie usa un robot tan sencillo. El salto entre lo que se explicaba y la realidad es tan grande que muchos niños no veían que fuese lo mismo», explica Fran Bellas, uno los padres de Robobo

Partiendo de esta realidad en el 2016, Bellas junto con un grupo de profesores e ingenieros de la UDC pusieron en marcha Mint, una empresa spin-off de la UDC, que enseguida comenzó a trabajar en el proyecto Robobo, y que solo un año después creó la herramienta óptima para iniciarse en el mundo de la robótica. «Se nos ocurrió la idea de coger un smartphone, que tiene toda la tecnología top que hay hoy en día, y aprovecharnos de toda la capacidad que tiene, desde cámara, micrófonos, pantalla, conexiones de todo tipo, una CPU muy potente... y ponerlo en una base robótica con ruedas, que fuese el cuerpo del robot, y el móvil el cerebro», señala Bellas, que añade que este grupo gallego se encargó tanto del diseño de la base y del software como del material educativo, ya que el principal objetivo era adecuarlo a su uso en las aulas.

Aunque es una de las preguntas que se repite, Bellas insiste en que Robobo «no hace nada» por sí solo. «¿Qué hace una calculadora? Nada. Eres tú el que utiliza esta herramienta para hacer que funcione, y en este caso para aprender robótica». La idea es que cuando alguien en un centro educativo adquiere un robot, o dos, o cinco, recibe la base y con su propio smartphone instala la aplicación de Robobo, que es gratuita, y desde ese momento ya puede programar su robot, bien desde un ordenador o de una tablet. De esta manera tu móvil, que es un teléfono inteligente, pasa a ser parte de un robot. 

MÁS ECONÓMICO

Entre otras ventajas, esta herramienta reduce mucho el coste del material por persona, y además, «siempre estamos a la última», porque cada vez que un alumno tiene un modelo de móvil nuevo, el robot se moderniza. Es decir, siempre está a la última.

Aunque su coste no es disparatado —sobre 300 euros en función del número de unidades que se compren— en comparación con otros robots de las mismas características, Bellas señala que la idea no es contar con uno por alumno, sino cada grupo de cuatro o cinco. «Para eso el Robobo viene con un simulador, un programa de ordenador que se comporta exactamente igual que el robot real, como una versión virtual, y que te permite que los 30 alumnos del aula puedan estar trabajando, que solo sean necesarias cinco unidades para tener en clase. De esa manera el precio es más asequible, y el aprendizaje es el mismo, porque casi todo el trabajo lo haces en el simulador», señala Bellas a la vez que asegura que esta modalidad fue clave para que los alumnos pudieran seguir trabajando desde casa mientras estaban confinados. 

POR TODA EUROPA

Son muchos los alumnos de secundaria y bachillerato de colegios e institutos de Galicia, también de alguno de España, que hoy en día ya están utilizando a Robobo, y Bellas asegura que «está funcionando muy bien y que están muy contentos con él». Pero el alcance de Robobo va más allá del territorio nacional, porque está presente en algunos centros educativos de Europa, desde Eslovenia, Finlandia, Italia, Francia, Portugal a Holanda, donde está teniendo mucho éxito. «Las ventas, normalmente, se hacen a los colegios, las universidades suelen optar por robots más caros. El caso de Holanda es curioso, porque la universidad de Ámsterdam, que es bastante potente a nivel técnico, cuenta con 25 robots, que son muchísimos. El año pasado hicieron una compra de 15 unidades y ahora nos han pedido diez más», apunta Bellas.

Ojo, Robobo no es un juguete, sino una herramienta educativa, así que si alguien está interesado en hacerse con uno debe seguir un curso de robótica de Mint.