Al contar con terraza, los comensales tienen además la posibilidad de comer rodeados de la estética de la zona vieja de Santiago, un gran atractivo para quienes no viven en la ciudad. Mariana Olenk, una ciudadana llegada de Países Bajos, acudió este verano por primera vez al Pepa A Loba en su visita a Santiago: «Lo vi en televisión y en internet», explica.
Durante el curso, relata Pose, «temos moitos estudantes», que suelen escoger el lugar para cenar tranquilamente. El Pepa A Loba nunca pierde, sin embargo, la clientela local. Manuela Antelo y su familia, naturales de Santiago, son ejemplo de ello y suelen ir a comer allí con frecuencia. Al ser preguntados por sus platos favoritos de la carta, lo tienen muy claro: «As ensaladas, o revolto de ovos con xamón e chourizo, as hamburguesas... case todo!».
Mucho más que pan
Puede parecer simple, pero una buena tosta es mucho más que una rebanada de pan sobre la que se colocan ingredientes al azar. Para que el bocado sea realmente perfecto hay que buscar un equilibrio entre una base —hogaza, bagel, brioche, pan de espelta, chapata… la variedad es infinita—, un producto principal con personalidad y sabor y, en algunos casos, otros ingredientes más ligeros que aporten matices y aromas. Si uno quiere disfrutar de una buena combinación de todos esos factores en una tosta y en A Coruña, la encontrará en el histórico Bocatín de la calle Alfredo Vicenti, que ofrece propuestas con las que satisfacer gratamente el paladar. Parten de embutidos y conservas de máxima calidad, que por sí solos ya resultan de lo más gustosos, y los combinan con otros ingredientes que les permiten ir un paso más allá de lo clásico. En esa línea están la de sardina ahumada, que va sobre crema de queso del país y confitura de tomate, o la de foie trufado con jamón ibérico. «Son generosas, pero además sorprenden y gustan mucho. Las acompañamos con una pequeña ensalada aliñada», explica Yago Carreira, al frente de este negocio desde abril del 2021. Un fin de semana bien pueden salir «unas 200 o 300 unidades, entre tostas y bocatines», la especialidad que da nombre a este local. Además de las combinaciones originales, otro de los secretos del éxito de sus tostas reside en la calidad de sus productos. «Tengo una especie de obsesión por ofrecer lo mejor. Recurrimos a pequeños proveedores que te garantizan una calidad constante, aunque a veces es un riesgo», comenta el hostelero. Las anchoas son de Santoña; el boquerón, de Barbate, el embutido es de Castro y González… «Todo es ibérico, salvo la cecina y el chorizo, que los traemos de pequeños productores de León», asegura Carreira.
El pan que utilizan es un chapatón artesano de tres kilos de Carral. «No es fácil encontrarlo en el mercado, pero si un día no lo hay, no hay opción b», sentencia. Va tostado, para que cada mordisco, además de estar lleno de sabor, suene a gloria. Si procede, las tostas se rematan con un buen chorretón de aceite, que sirve para hidratar el pan y ayudan a que cada mordisco baje con suavidad.