Juani Mesa, psicóloga: «Ni las niñas son más sensibles ni los niños más movidos»

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La psicóloga Juani Mesa.
La psicóloga Juani Mesa. Patricia_Arriaga_Hardisson

«Atiendo a chicos de cuarto de la ESO con una ansiedad terrible porque tienen que elegir por primera vez en su vida», revela la autora del programa de educación emocional «El rincón de la calma»

16 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Seguimos alimentando a la generación más blandita y menos tolerante a la frustración de la historia, o hemos pasado página? «Los que son poco tolerantes a la frustración están en la Universidad. Son los Z. Fui profesora universitaria cuando vivía en Barcelona y en primero de carrera era impresionante: los padres iban a matricularlos. He escrito El rincón de la calma para darles a los niños de primaria una oportunidad, unas herramientas distintas a las de los Z o a las que tuvimos tú y yo. La tolerancia a la frustración es una fortaleza difícil de adquirir, porque supone haberse llevado palos. Cada palo que encuentras en el camino es una oportunidad», considera Juani Mesa, que ofrece en El rincón de la calma claves para saber pelear con «cuatro bichos emocionales» y para trabajar hasta 19 habilidades sociales diferentes. Sus pinitos como psicóloga en los 90, en un centro de día para drogodependientes, la llevaron a darse cuenta «de que la clave del daño, en la mayoría de las personas, está en su infancia». Y en su libro está la semilla que sembrar en los primeros años de vida para prevenir males de adultos y fortalecer la autoestima. «Me pregunto qué habría pasado si esos chicos con problemas a los que he atendido hubiesen tenido en la escuela un programa como este», manifiesta.

-Esta propuesta, «El rincón de la calma», no es una materia extraescolar ni un programa terapéutico.

-No, exactamente. Aquí en Canarias, obligatoriamente, en todos los centros de primaria hay dos horas a la semana de educación emocional desde primero a cuarto. Por ley. En la Península se puede incorporar al aula dividiendo en dos fases una asignatura, dedicando los 15 primeros minutos de esa materia, como Matemáticas u otra, a la educación emocional. Eso te va a facilitar como docente una actitud del alumnado: la tranquilidad y la receptividad serán mejores. Está demostrado: cuando aplicas contenidos de inteligencia emocional y de mejora de la convivencia a una materia, como hay mejor ambiente, mejora el rendimiento académico.

-¿Tiene algo que ver con la inclusión de la perspectiva de género en las Matemáticas en primaria?

-No. Se trata de que en cualquier espacio, en cualquier asignatura (Matemáticas, Inglés, Educación Física...), el profesor aproveche para introducir la educación emocional, para favorecer un clima de aprendizaje en el aula. Pero la perspectiva de género por supuesto que es importante. Un docente, sea hombre o sea mujer, debe ver bien a la criatura que tiene delante, dejando a un lado prejuicios. Las investigaciones dicen (y yo lo he comprobado en el aula) que nos parece más normal que un niño esté de mal humor, enfadado y tenga un comportamiento disruptivo que una niña.

-«Los niños son más movidos que las niñas» es un tópico. Muchas veces somos las madres las primeras en decirlo.

-Sí. Necesitamos construir teorías que nos ayuden a entender nuestra vida y lo que nos pasa. Son teorías implícitas, que te hacen relacionarte de una manera concreta, y diferente, con un niño y una niña. E igual hacen que veas más normal que un niño pegue un golpe en la pared que que lo dé una niña. Otra creencia que está muy arraigada es que las niñas son más sensibles. Es otro falso mito. La perspectiva de género ayuda a intervenir igual si el que monta el pollo es un niño que si se trata de una niña.

-A veces los mayores dramatizamos y criminalizamos conductas infantiles. No les dejamos tener sus conflictos ni que los resuelvan ellos solos. Nos lanzamos a etiquetar con palabras como «abuso» o «acoso» riñas infantiles. ¿Nos hemos ido de un extremo a otro?

-Sí. Tendemos a la polarización. El profesor sabe identificar un caso de acoso porque existen unos indicadores. Lo que diga el padre o la madre ya es otra cosa. Lo primero que hay que hacer es equipo con la escuela.

-Pero no siempre es fácil. Como padres, damos importancia a lo que sienten nuestros hijos y a veces da la impresión de que el profesor pasa, de que no quiere implicarse.

-Es que no sabemos relacionarnos, los adultos. Tenemos un problema de convivencia y de sobreprotección. De sobreprotección y de permisividad. Hoy infantilizamos a los niños.

-Un caso práctico: un grupo de niños de 5 niños de infantil, cuatro que se meten con uno. ¿Qué hacemos, qué debe hacer el profesor en un caso así?

-Hay que observar, y en esta observación puede haber pistas de qué se debe hacer. El grupo se puede disolver, se puede quitar un niño e introducir otro, porque a veces hay un líder negativo. Se pueden hacer muchas cosas, pero lo primero es pararse a observar.

-¿En infantil pasa factura la distancia social o el hecho de que no puedan mezclarse niños de distintas clases?

-Sí. Pero no olvides que los niños tienen la mayor capacidad de resiliencia y adaptación que puedes imaginar. Les pueden la vitalidad y la alegría. Un niño de 5 años ha vivido con más normalidad usar la mascarilla que tú y que yo.

-Hay pequeños que han absorbido mucho la norma y que han dejado de querer acercarse a otros niños. Mi hija pequeña, cuando ve el parque lleno, me dice: «Vámonos, que hay mucha gente». 

-La norma es la norma para los pequeños. La autoridad para los pequeños se convierte en ley. A los 5 o 6 años cuesta entender la excepción. Incorporan la norma, pero no entienden la excepción. A los 8 sí, ahí ya entienden la particularidad, la norma y que esta puede tener excepciones. Es una cuestión de maduración cognitiva, moral.

-¿A los niños hay que hablarles de dinero o es un error? Hay quien dice que son «temas de mayores» o una manera de hacerles materialistas.

-No es un error para nada, hablarles de dinero es aterrizarles en la realidad. Deben ver que la vida supone también un esfuerzo, que tener una calidad de vida, unas comodidades, requiere un sacrificio de los padres. No se trata de ahogarles con la cultura del esfuerzo, pero sí de que sean conscientes de que las cosas cuestan.

-Lo emocional, siguiendo tu programa, se trabaja de una manera distinta en cada curso, de acuerdo con su ritmo hay una teoría y unas actividades diferentes. ¿Qué momentos o qué cursos ves más delicados e importantes en su crecimiento y aprendizaje, en que crezcan sanos por dentro?

-Un momento importantísimo es quinto de primaria. Están abandonando la infancia desde un punto de vista biológico, especialmente las niñas. ¿Qué pasa en quinto? Comienza el cambio, la transformación desde lo biológico, que va a afectarles en lo demás: en lo emocional, lo psicológico y lo social. Y esto lo tenemos descuidado. Piensa que en quinto se les explica el aparato reproductor y en cambio no se les suele decir nada de la regla. Quinto es importante para la autoestima, empieza la gran pregunta que será contestada en la adolescencia: «¿Quién soy y qué es lo que quiero ser?». Hasta ese momento, yo soy la que mi padre y mi madre me han dicho que soy. En quinto me cuestiono por primera vez: ¿Realmente soy quien me han dicho en casa, quien me dicen mis padres? Ahí empiezan a tener un impacto actores, cantantes, influencers...

-De mi hija de 11 años me siento «la enemiga». Pienso que no debo animarla a vivir en TikTok, pero cansa ir a la contra. A la vez, me preocupa que alucinen tan pequeños con el perreo y las series para mayores, como «Élite» o «El juego del calamar».

-Es que es hay una sexualización de las niñas espantosa, que adoctrina en el fondo para ser mujer objeto. Como madre, me parece bien que te mantengas firme en la preadolescencia. En la adolescencia, la primera gran crisis personal que tenemos, el niño o la niña se cuestiona y te cuestiona a ti. Es así. Ahora te odia porque no la dejas subir un vídeo a TikTok...

-O porque no la dejas ver «Élite».

-Como madre hay que elegir bien las batallas y en algunas hay que ceder. ¿Élite? Pues la podemos ver, pero juntas y un capítulo cada fin de semana. Es importante acompañarla, no soltar la cuerda o dejar que vea lo que quiera sola en la habitación. Si prohíbes algo, el niño lo va a idealizar. Pero hay que poner condiciones. Educar es poner límites, no dejarse llevar y hacer las cosas si las hacen los demás. Eso es borreguismo, es cómodo. Es importante que los niños sepan sobreponerse a la presión social y elegir sus amistades.

-¿Caen mucho hoy en amistades tóxicas?

-Hay que enseñarles cómo distinguir cuando les quieren bien, y hacerlo sin hablar de violencia de género. Nunca uso esta expresión en los últimos cursos de primaria, yo les hablo de afectos sanos. Es importante trabajar ya en primaria el consentimiento. Que el niño y la niña sepan decir «no», porque esta es una forma de prevenir los abusos. Si con 11 años ya aprenden que las verdaderas amistades te respetan y te cuidan si estás hecha polvo o que no te tocan cuando no quieres, ya está ahí la semilla de la prevención. En el cambio a la ESO tienen muchos mitos, miedo e inseguridades. Ven las expectativas que se generan en torno a ellos y no tienen las habilidades necesarias.

-¿Por qué sufren ansiedad? Se disparan los casos entre adolescentes.

-Entre otras cosas, por esa falta de herramientas para entrenar habilidades. Veo en consulta adolescentes con una ansiedad terrible porque tienen que elegir en cuarto de la ESO por primera vez en la vida y nunca antes habían tenido que asumir esa responsabilidad. Los padres les dicen: «Tú elige lo que quieras», y entonces les entra un vértigo... Les damos de golpe toda la responsabilidad de elegir, pero a la vez les penalizamos el error.