Rebelo

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

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25 may 2020 . Actualizado a las 16:49 h.

Marcelo Rebelo de Sousa hace cola en el supermercado en bañador. Este es uno de los grandes titulares de estos días de los muchos que protagoniza Portugal en una escalada de prestigio inversamente proporcional al desdén con el que españoles y gallegos solíamos cruzar la raia. La fotografía del séptimo presidente de Portugal desde la Revolução dos Cravos ha girado en la noria de las redes sociales ante el estupor de quienes se han acostumbrado a conceder a los políticos privilegios formales que en el fondo enmascaran un sistemas de castas caduco que poco tiene que ver con la eficacia y la democracia. Rebelo, el Profesor, es la representación simbólica de un país que avanza con sentido común hacia el futuro, apenas una década después del brutal plan de ajuste al que fue sometido cuando la crisis económica devastaba las economías del sur de Europa. Lo que ha sucedido en estos años consolida una forma de presentarse al mundo que en realidad ya era contradictoria con ese catálogo de condescendencias que desplegamos a este lado del Miño en nuestra relación con los vecinos. Las toallas no nos dejaban ver los bosques de un país muy conectado con las vanguardias anglosajonas, viajado, con una escena musical y cultural modernas, con capacidad para colocar líderes en el concierto internacional, que se despacha con facilidad en inglés pero mantiene muy vivo el orgullo de ser portugués, un país atlántico como deberíamos ser nosotros, con una arquitectura contemporánea que no se ha levantado sobre la devastación de lo que fueron y con ese je ne sais quoi que destila la Baixa de Porto o el Cais do Sodré lisboeta y que se tiene o no se tiene. Un país que ha decidido convertir en símbolo a la sardina, toda una declaración de intenciones.

LOS RAMALAZOS DE NUEVO RICO

La fotografía de Rebelo en el súper es una aspiración en España, en donde los ramalazos de nuevo rico resultan obscenos y en donde tantas veces sigue siendo más rentable aparentar que ser. El presidente Marcelo fue tertuliano antes que fraile pero ese entrenamiento que aquí tantas veces deriva en profetillas del Twitter a él le ha permitido entender la política como un servicio de comunicación al ciudadano, tratado allí sin esa tutela algo infantil con la que aquí se manifiesta tantas veces el orden establecido.

Cuando al fin se reabra la frontera y se recupere el pulso de una hermandad que tantas veces fue de hermanastros será el momento de reclamarnos un poco más portugueses. Nos interesa.