A. CENTENO

En un barrio humilde como el coruñés de la Sagrada Familia son contados los días en los que los Reyes Magos llegan cargados de juguetes. Sobre todo si hablamos de los años ochenta y principios de los noventa. Pero también hay excepciones. Y estas se celebran por todo lo alto. Fue lo que sucedió un día de principios de la última década del pasado siglo. Aquella noche, Melchor, Gaspar y Baltasar estuvieron especialmente generosos. Entregaron un regalo que pasados 30 años todavía emociona a nuestro protagonista. Pero vayamos con la historia.

Acudamos a un pequeño piso de un edificio cualquiera de ese laberinto de calles que conforman el citado barrio de la Sagrada Familia. Es 5 de enero y allí vive un pequeño niño rubio. Tan rubio que parece alemán. Como la cerveza. Con coloretes en las mejillas. Introvertido. De buen comportamiento y muchos sueños por cumplir.

Nuestro joven protagonista tiene 7 años y se llama Álex. Como cada año, días atrás había escrito con cuidado y mucha humildad la carta a los Reyes. Solo había pedido un juguete. Pero qué juguete. Nada menos que el maletín del Scalextric de los Micro Machine. Nunca había sido muy pedichón. Cada año, pedía un regalo. Y los magos de Oriente habían cumplido. Ni una piedra de carbón se había encontrado nunca de buena mañana. Esperaba que siguiera siendo así. Pero esta noche está especialmente nervioso. Le hace especialmente ilusión recibir ese agasajo.

Ya ha oscurecido. Y, como cada 5 de enero, el pequeño se ha ido temprano para la cama. No por sueño, sino por temor a que la llegada de sus majestades lo pillen despierto y su deseo se frustre. Cena. Cepillado de dientes. Pijama. Y a dormir. Bueno, más que a dormir, a sobrellevar los nervios de la noche como bien pueda.

-Por favor, que me traigan. Por favor Queridos Reyes, me hace mucha ilusión -dice el rubito niño por lo bajines mientras trata de conciliar el sueño-.

Cada poco despierta. Llama a sus padres. Pregunta si los Reyes han llegado y, ante la respuesta negativa, vuelve a tratar de conciliar el sueño.

Los gallos todavía no han cantado en las aldeas cuando el Álex no aguanta más. Le pueden más las ganas que el temor a encontrarse con los Reyes. Pone los pies en el suelo. El ansia no le permite ni calzarse y corre raudo a la sala de estar en la que unos cuantos regalos delatan que los de Oriente ya pasaron por el barrio. Entra en la citada habitación y entre los objetos cuidadosamente empaquetados uno llama especialmente la atención. Por el papel y por el tamaño. No puede detenerse. Corre. Rompe el envoltorio y sus gritos se oyen tres calles más arriba. Melchor, Gaspar y Baltasar habían vuelto a cumplir. Su deseo se había hecho realidad y al barrio ya había llegado el ansiado maletín.

RECUERDO DEL TIEMPO

Treinta años después, aquel niño es el referente de un club histórico de fútbol como el Deportivo y padre de dos niños (Daniela, que va a cumplir 5 años y Teo, de unos meses). Sin embargo, no olvida aquel 6 de enero en el que fue el niño más feliz del mundo.

«Creo que tenía siete años. Cada año pedía una cosa. Y, bueno, iba teniendo suerte que ese regalo me lo traían. Y recuerdo que esas Navidades estaba muy ilusionado y al final tuve suerte y acertaron. Me hizo muchísima ilusión porque tenía muchas ganas. Fue flipante. Lo deseaba tanto y ya lo tenía ahí», recuerda todavía ilusionado Álex Bergantiños, que seguro que todo el mundo ya se había dado cuenta de que era el protagonista de esta historia de Reyes y juguetes.

Aquellos coches, aquellas pistas, aquellos loopings... Un maletín repleto de sorpresas y diversión no solo para el pequeño Álex, sino también para sus primos. Porque el regalo más deseado por el ahora capitán del Deportivo fue amortizado. Vamos si lo fue.«Aparte de mí, quienes más lo disfrutaron fueron mis primos. Sobre todo mi prima, con quien comparto edad. Nos retábamos no ya a llegar el primero, sino que este Scalextric, a diferencia de los tradicionales, tenía los loopings, y entonces la gran dificultad era dar perfectamente la vuelta sin que se cayera el coche», relata el futbolista.

Muchos fines de semana y alguna tarde después del cole... Hasta que llegó el momento de que el Scalextric abandonara la Sagrada Familia. Otros regalos llegaron para ocupar su hueco. Pero no quedó en el olvido. «No nos cansamos de él, pero bueno, como todo, pasa la moda. Y lo llevé para la aldea. Allí todavía acabamos de amortizarlo unos cuantos años más», se ríe el deportista coruñés. Los años pasan, las modas también, pero lo que no pierde un ápice de ilusión para Álex Bergantiños es la noche de Reyes. Esa mágica transición entre el 5 y el 6 de enero siguen siendo especiales para él y su familia. Solo ha cambiado el lugar y la forma de esperarlos. Atrás quedaron las noches solitarias en la habitación de la casa de sus padres en la Sagrada Familia. La liturgia ahora es rodeado de gente. «La noche de Reyes dormimos 30 en una casa». Así lanza el titular Bergantiños mientras sonríe en una clara muestra de la felicidad que le produce este hecho. La velada tiene lugar en Limiñón, una parroquia del ayuntamiento de Abegondo, cerca de los campos de entrenamiento del Deportivo. «Nos juntamos la familia. Pues dependiendo del año puede ser uno arriba o uno abajo, pero somos veinte adultos y diez niños. La verdad es que es algo muy bonito, porque ves la ilusión de los pequeños y de los mayores también», explica

Esta particular ceremonia incluye hasta un menú absolutamente sano tanto para los camellos como para los Reyes. No podemos olvidar que ambos tienen una larga noche por delante y son muchas las familias que dejan todo tipo de dulces y bebidas alcohólicas. Para contrarrestar el empacho, la familia de Álex Bergantiños apuesta por un picnic algo más ligero. «Siempre hay que dejarles algo a los Reyes, pero no nos olvidamos tampoco de los camellos, que vienen sedientos y necesitan reponer fuerzas. Y nuestra apuesta es la fruta. Este año todavía no tenemos decidido qué dejarles, pero el pasado elegimos mandarina y plátano. Se lo comen todo», se ríe el futbolista.

El tiempo ha pasado. La vida le ha cambiado, pero la noche de Reyes sigue siendo esa velada especial en la que Álex vuelve a ponerse el disfraz de niño y soñar ilusionado con la llegada de los Magos de Oriente. Este año, ha sido un poco más exigente y les ha pedido una permanencia. Ojalá sigan cumpliendo.