Yo tengo dos meses de vacaciones

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MARCOS MÍGUEZ

Es el sueño de casi todos, desconectar durante ocho semanas del trabajo. Este joven autónomo demuestra que para hacerlo no es necesario ser billonario, solo un poco de organización. Y, por supuesto, también muchas ganas

24 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En su casa, sus padres se quedan con los ojos abiertos cuando les cuenta sus planes. «Creo que empiezan a acostumbrarse, pero todavía se sorprenden un poco». Brais Piñeiro tiene 32 años y dos meses de vacaciones. Esa podría ser su carta de presentación. Aunque en el currículo de este joven de Oleiros, en A Coruña, hay mucho más: fotografía, surf, monitor de campamentos, voluntario para la limpieza de playas... «Solo tenemos una vida, así que hay que aprovecharla y disfrutarla haciendo lo que a uno más le gusta». En su caso, trabajar y viajar... Durante dos meses. Brais demuestra que no hace falta que te toque la lotería para poder despedirte durante ocho semanas de la oficina. Porque este autónomo disfruta del sueño de cualquier persona: estar ocho semanas fuera de casa, sin poner el despertador para ir a trabajar, sin comer de táper, sin «marrones» y sin pensar en los atascos de la vuelta del trabajo a casa.

Brais es autónomo y socio de una empresa de fotografía, Ledicia Audiovisual. «Como soy freelance, me organizo para poder cogerme mis vacaciones. Por ejemplo, ahora en verano estoy trabajando más horas para poder ahorrar e irme después», comenta. Así que, además de hacer fotos, mientras el resto toma el sol, Brais se buscó la vida para dar clases como monitor de skate y sacarse un extra para el viaje. «Intento ahorrar bastante, sobre todo para los vuelos». Valora su libertad y la capacidad de poder cerrar el ordenador por un período largo de tiempo sin preocuparse de nada más: «Es importante buscar un trabajo que te guste y que te dé libertad para disfrutar un poco. Muchos perfiles no te lo permiten, pero yo tengo la gran suerte de poder hacerlo. No siempre fue así: llevo seis años con la empresa y los tres primeros fueron duros, como todos los inicios. Pero ahora que está más asentada y puedo organizarme para tener más tiempo para mí».

Los tiempos cambian. Es fácil pasear por la calle y ver el cartel de Cerrado en agosto por vacaciones. «En los tiempos que corren, a todo el mundo le gusta viajar y disponer de tiempo para hacer planes. Ser autónomo tiene sus partes duras, pero una de las ventajas que obtienes es que al mismo tiempo tienes la capacidad de distribuir y decidir tú sobre tu propio tiempo», señala.

De viaje a Perú y a Chile

Sus merecidas vacaciones llegarán con la Navidad. «Me voy dos meses de viaje: el primer mes al norte de Perú y el segundo a Chile», apunta. El primer mes incluye descanso, pero siempre acaba saliendo la deformación profesional: «Por la mañana haré surf y por la tarde saldré con la cámara a hacer fotos a los surfistas y turistas». El segundo mes, en Chile, cargará la mochila a la espalda y pondrá rumbo al sur: «Quiero ir al desierto de Atacama e intentar llegar a la zona más fría del país». ¿Y cómo es una maleta para dos meses de vacaciones? «Llevaré una mochila de viaje, la cámara y la carcasa de agua para hacer fotos en el mar y una hamaca mosquitera. También meteré un guitalele (un híbrido entre una guitarra y un ukelele), que me lo suelo llevar de viaje porque me gusta tocar, sobre todo cuando estoy solo. Llevaré poca ropa y me compraré en Perú algo de abrigo para Chile», cuenta.

No es la primera vez que se va un largo período de tiempo a Sudamérica: «También estuve en Nicaragua», dice. «Para mí las vacaciones y los viajes largos son una forma de inspirarme. Cuando estoy lejos de casa hago fotos, practico y aprendo mucho para después poder mejorar en mi trabajo a la vuelta. Me inspiro con los colores y la forma de vida. Y eso es lo que hago en esos dos meses», añade Brais. Entre sus amigos hay más afortunados que pueden bajar la persiana durante más de un mes: «Suele ser gente a la que le gusta la aventura, que practica surf, skate, yoga... En mi caso tengo varios amigos repartidos por el mundo que hacen lo mismo: se organizan en su trabajo para tener varias semanas libres al año».

En los lugares de destino también coincide con otros aventureros que ven la vida con su misma filosofía: «Hay mucha gente que se pasa tiempo fuera de casa, muchos americanos y canadienses. Por ejemplo, en un viaje me hice amigo de un mexicano y después decidimos hacer juntos parte de la ruta». Brais cree que, para lo suyo, no hay una fórmula secreta. Solo muchas ganas. A él ya le queda menos para poder decir eso de: «Me voy de vacaciones... Nos vemos en dos meses».