Yo nací 5 minutos antes del Año Nuevo

Ana Abelenda, Sandra Faginas, E. Filgueira

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cedida

LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS al menos por esta vez. Va por los que ven la luz en Fin de Año, poco antes de que suene la primera campanada. Y por todos los padres y los niños a los que les dan las uvas en el hospital

28 ene 2019 . Actualizado a las 20:26 h.

Catalina nació solo cinco minutos antes de la primera campanada de Año Nuevo. Fue la última niña en venir al mundo en Vigo en el 2016 (antes del alumbramiento de las Navidades más top y «everybody» de Caballero). Su madre, Elena, salía de cuentas, según los médicos, el 30 de diciembre, pero su bebé se decidió a esperar y salir en Fin de Año para poner el broche de oro, sin pedir permiso a mamá.

Elena, que lleva con su marido, Borja, la tienda online Del Mar al Plato, quería dar el callo por el pescado gallego y aguantar la barriga toda la campaña navideña, explica, así que se pasó diciembre currando pero sentada, para evitar sustos como el de romper aguas antes de tiempo. «¡Funcionó perfecto! -sonríe-. El 30 enviamos los pedidos de Fin de Año, luego nos pusimos a facturar... Terminamos, y con el trabajo listo, el día 31 a las nueve de la mañana empecé a notar las primeras contracciones. Era sábado, lo recuerdo». Estaban en Nigrán. «Le dije a Borja: Nos vamos a Vigo, y ahora dejo la silla y me pongo a caminar», cuenta Elena con empuje sobre el que fue su primer parto, el último del 2016. «Siempre decimos que nuestra hija llegó con las campanadas», dice Elena. ¡Antes! «Fue el último nacimiento del año en Galicia seguro», afirma quien lleva hoy otra niña en la barriga. «A por la segunda». Se llamará Sofía, adelanta, y nacerá, según lo previsto, el 28 de febrero. A priori, promete suspense. «Y porque este año no hay día 29, que si no... ¡ya me veo yo dando a luz el 29!», bromea Elena. Veremos si Sofía es la última de febrero o la primera de marzo...

CAMPANADAS DE PARTO

Con el apoyo de Borja, canastilla en mano y gran dominio de la situación, una Elena a punto de dar a luz a su primera hija enfocó la dilatada carrera hacia el trabajo de parto con perspectiva y tranquilidad. «Nos fuimos a Vigo a comer a un restaurante, y las contracciones empezaron a ser más rápidas, más seguidas. En el restaurante se quedaron perplejos, decían que nunca les había pasado eso. Me preguntaban: ‘¿Qué va a tomar?’. Y yo: ‘Espere, espere... que se pase la contracción, ya está’».

La pareja concluyó sentada la comida, sin tiempo ni cuerpo para siestas ni fiestas salió del restaurante y puso rumbo al hospital. «Dije: ‘Venga, vamos y en el hospital ya nos dirán si tenemos que quedarnos o no...». Ingresaron y se quedaron. Pero les dieron las uvas, es decir, sufrieron la habitual espera para un primer parto normal. Serían las cuatro de la tarde del 31 de diciembre cuando Elena entró en el Povisa. Fue pasando la tarde y, entre contracción y contracción, se fue haciendo de noche. Y llegó Catalina.

La que podía haber sido el primer bebé del 2017 en Galicia, incluso en España, eligió cerrar el 2016. Su madre tenía ya la experiencia y el encaje de las últimas. «Yo nací el 29 de diciembre, era la última de la clase en cumplir y, sin embargo, nunca me sentí la última en nada, nunca tuve problema», asegura Elena.

Con Catalina les dieron las uvas en Fin de Año, pero aquella última noche no llegaron a comerse ni la primera en el hospital. «Mientras estaba de parto, oía las campanadas... jajaja. Las dos familias, la de Borja y la mía, estaban cenando, una en Vigo y otra en Madrid, pero las dos siguiendo la retransmisión en directo, al minuto, que iba haciendo Borja por WhatsApp», cuenta Elena. Ese año no hubo discusión por el mando de la tele ni el canal. «Nosotros queríamos que Catalina naciese en el 2016», asegura su madre. Pero repararon en una cuestión: los primeros bebés del año son noticia, los últimos no. Y cerrar un año no es pequeña misión. «Para los últimos no hay premio, aunque sí recuerdo una campaña de Blevit para el último bebé del año. Lo que pasó fue que nosotros no nos presentamos dentro del plazo», lamenta.

Catalina será, con toda probabilidad, la última en cumplir años de su curso. Pesó 3,200 kilos al nacer. «Durante el embarazo engordé 17 kilos, pero ella no, fue pequeñita», comparte Elena, con la barriga apuntando futuro y un premio bajo el brazo por Del Mar al Plato, su otra niña, una tienda que vende pescado y marisco gallego en toda España y Europa. Que non falte o peixe, nin os «peixiños». Y que los últimos sean los primeros no solo por esta vez.

"A estes nenos tiñan que darlles un premio"

CARLOS CORTÉS

Adela tenía que haber llegado este año, en el 2019; sus padres la esperaban para el día 19 de enero, pero se adelantó. «Quixo vir ao mundo no 2018», me cuenta su padre, Miguel, que está como loco con su primera hija. Adela nació el 30 de diciembre a la una y media del mediodía y fue el último bebé que vino al mundo en Monforte. «A estes nenos habería que darlles un premio, sempre se fala dos do día 1 de xaneiro, pero pechar o ano tamén ten o seu aquel, non?», reclama su padre. Al parecer, aunque en la zona no nacen muchos niños, los partos previstos para mediados de este mes se adelantaron casi todos. «Non sabemos por que, pero a maioría quixeron chegar uns días antes», dice este padre primerizo. A su lado, Cristina, la madre de Adela, está encantada por esta sorpresa, no solo porque la niña les deja dormir, que también, sino por el hecho de que el nacimiento tan inesperado se produjo sin ningún tipo de complicación: «Para min foi un embarazo e un parto de libro; moitísimo mellor que Adela non avisara, así non deu tempo a nada. Cando cheguei ao hospital xa estaba moi dilatada».

 Cristina apunta que el nombre lo tenía decidido desde hacía mucho tiempo; es su pequeño homenaje a su bisabuela, «unha muller moi especial», que la crio: «Para toda a familia foi unha muller que nos marcou moito, tiña que ser así». Pero la suerte de Adela, «la última de Monforte del 2018», es que tiene los cuatro abuelos, dos bisabuelas y un bisabuelo. «É neta única por ambos os lados; eu sempre dixen que quería ser nai antes dos 30, teño 26, e para min é unha marabilla que os avós poidan gozar da súa neta».

Adela, que iba a ser de las primeras, es la ultimísima y le espera un cumpleaños cargado de celebraciones. «O vindeiro Nadal haberá que facer unha macrofesta con tantos regalos que vai ter, case mellor facelo todo xunto», dice Cristina, que no cree que nacer a finales de año suponga ningún problema. «Ás veces pensas que vai ter moita diferenza cos nenos que naceron en xaneiro do 2018, pero se mides cos de novembro ou outubro pois non tanto». De la misma opinión es Miguel, que también es de los de final de año -nació en noviembre- y asegura que jamás tuvo ningún problema durante los estudios, «as pequenas diferenzas de psicomotricidade dos primeiros meses despois desaparece-rán», indica. Adela, ya lo han visto con su nacimiento, siempre va por delante.

  "Salía de cuentas en enero, pero llegó en Fin de Año"

Santi M. Amil

Vera fue la última niña que vino al mundo en Ourense en el 2018. La última alegría del año de sus padres y de una provincia que desde hace diez no hace más que ver descender drásticamente el número de alumbramientos. Tanto es así que fue la última de las cuatro gallegas en ver nacer a su primer bebé del año que acaba de comenzar. «Yo salía de cuentas el 3 de enero, pero ella prefirió llegar en Fin de Año», cuenta su madre.

 Tras cinco horas de parto libre de complicaciones, a las 15.30 horas del 31 de diciembre, Vera respiraba fuera del útero por primera vez y los médicos certificaban que su peso era de 3 kilos y 670 gramos, en el hospital materno infantil de la capital. Sus padres, Raquel e Iván, recibieron el año entrante felices de tener entre sus brazos a una nueva integrante en la familia. «La verdad es que estamos muy contentos porque todo salió bien y el personal fue muy amable y atento», contaba la madre al día siguiente. «Será la más pequeñita de la clase, pero nosotros estamos felices, lo importante es que nació sana», valoran.

En plenas fechas de regalos, Izan recibía el mejor, una hermana. Y es que Raquel e Iván no son padres primerizos. Tienen otro retoño de 3 años que este curso ya ha empezado el colegio. «Nunca quisimos tener un hijo solo, planeamos tener dos por lo menos para que pudieran jugar. Así que era cuestión de tiempo que llegara el segundo. Pero hasta que el primero no empezó el cole y se volvió un poco más autónomo, era complicado ampliar la familia y dedicarse bien a los dos», comparte la madre sonriente.

Ambos están en la treintena y son conscientes de que cada vez es más común dar a luz a edades más avanzadas, algo que multiplica la ya de por sí baja natalidad en Ourense. «La media de edad para ser madre es más alta cada año. Te das cuenta en las clases preparto», añade. Y eso pese a que la media de nacimientos diarios en el CHUO se sitúa en 3,40 niños. «Hacen falta más ayudas, tanto en el ámbito laboral, para conciliar, como en el social por parte de las administraciones públicas. Es fundamental para que la gente se anime a tener hijos», finalizaba la madre con la maravillosa Vera en su regazo.

Nunca quisimos tener un hijo solo, y llegó Vera. Será la más pequeñita de la clase, pero lo importante es que todo salió bien y nació sana, a las 15.50 horas del 31 de diciembre”