El estradense José Puente se enamoró de Vigo hace más de 50 años, y por eso se decidió por un local en el Casco Vello (Plaza de la Princesa, 4) que desde 1964 da comidas caseras.
TODO AL PRODUCTO FRESCO
Se llamaba Casa Gazpara y no le cambió el nombre. Su hijo Avelino le relevó. Al casarse con él, Isaura Requeijo se incorporó al negocio. Ella y su hermana habían aprendido las recetas de las abuelas en el restaurante La Bombilla, de A Estrada, así que cuando le tocó meterse en la cocina para atender el negocio familiar hizo lo que sabía, que coincide que es lo que busca mucha gente que come fuera: que sepa como en casa. En Casa Gazpara no saben de esferificaciones ni de reducciones de Pedro Ximénez. Pero sí de chipirones encebollados, almejas a la marinera o navajas, percebes y cigalas que no necesitan más adornos que su frescura. Así se han hecho con una clientela compuesta de trabajadores de la zona que se nutren del menú del día, turistas que los descubren, ya que están a cinco pasos del dinoseto de la Porta do Sol, de fieles que cada vez que vuelven a Vigo, reservan mesa y una clientela joven que busca comida rica. Cuando Avelino murió, su hijo José Manuel se unió a la plantilla. Entonces él no sabía nada de hostelería, pero son ya 24 años los que han pasado y, si algo sabe seguro, es que es un trabajo duro que su madre lleva con una dedicación admirable. Se le quedó grabado lo que decía su marido: «Lo mejor de esta casa son los clientes». No soporta decepcionarlos.