¿Quién reina aquí?

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Todas nos representan, aunque unas mejor que otras

21 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Repasamos los puntos fuertes y débiles de cada reina, tanto de las que ya ocupan el cargo como de las que están llamadas a él. Las expertas de protocolo Olga Casal y Mar Castro, que nos ayudan a evaluarlas, distinguen claramente a «la aspirante a reina perfecta». ¿Adivinas quién es?

Máxima de Holanda

Virtudes. Tanto Castro como Casal coinciden en que su gran fortaleza es la naturalidad. Su carisma y su buen carácter hacen que esté muy bien valorada tanto por su pueblo como en el exterior.

Defectos. Olga Casal dice que sus debilidades se quedaron en el pasado: «Superó con creces la vinculación de su padre con la última dictadura argentina y aprendió a hablar el idioma del país». Mar Castro ve su estilo «cargado y barroco».

Matilde de Bélgica

Virtudes. Nacida en el seno de una familia noble, «posee una cuna que a veces echamos en falta en algunas de sus coetáneas», dice Casal. Castro defiende que sabe quedarse en un segundo plano como reina consorte.

 Defectos. «Parece más fría, distante y convencional. Nunca ha soltado una carcajada y transmite poca empatía», dice Casal. Sin embargo, Castro reconoce en ella una sonrisa sincera.

Letizia de España

Virtudes. Las dos expertas destacan su capacidad de trabajo y el esfuerzo por mejorar. Estilísticamente, Casal señala que ha ganado en sofisticación, aunque Castro critica que enseñe tanto sus hombros luciendo delgadez.

 Defectos. Su fuerte carácter le juega malas pasadas como la de Mallorca, y el estar tan escrutada la ha hecho autoprotegerse en exceso. Ambas señalan su afán controlador, su falta de naturalidad y su rigidez.

Mette-Marit de Noruega

Virtudes. Ella es, dice Casal, una mujer sin complejos que quizás no tiene la exquisitez de las demás pero que ha sabido sobreponerse gracias a su humildad y su buena adaptación a la casa real y a su papel dentro de esta. Es natural y espontánea, aunque con el comedimiento natural de los nórdicos.

 Defectos. No está particularmente formada y tiene un pasado un poco turbio, pero la experta asegura que ha conseguido que el pueblo la quiera.

Mary de Dinamarca

Virtudes. Las dos profesionales ven similitudes entre Letizia y Mary Donaldson. «Es guapa, elegante, tiene un fuerte carácter y una buena formación. También pasó la barrera del idioma», apunta Casal. «Pisa fuerte y siempre es impecable», dice Castro.

 Defectos. Aquí también ven parecidos razonables con nuestra reina. «Se ha esforzado por empaparse de la realeza. El afán por no fallar le resta naturalidad, y su seguridad se aproxima demasiado al control», asegura Castro.

Catalina de Inglaterra

Virtudes. «Retoma el legado de Lady Di. Es guapa, estilosa, querida, simpática, joven y no le importa reírse en público; con una naturalidad que le falta a la casa real británica. Es la aspirante a reina perfecta, nunca la coges con el pie cambiado», dice Casal, aunque tiene por delante a Camila, «una mujer discreta que supo ir ganando puestos».

 Defectos. «¿Un punto débil? No lo sé... Si tengo que decir uno, quizás que arriesga poco desde el punto de vista de la imagen», afirma Casal. Castro le ve «una ligera capa de superficialidad».

Charlene de Mónaco

Virtudes. «Es profesional, deportista y tiene un punto de humildad, de no querer destacar», aprecia Casal, que indica que Charlene tiene una gran competencia en Mónaco con Carolina y Carlota.

 Defectos. En su caso pesan más los peros. «Seguramente tanto el cargo como la exposición mediática le vinieron grandes. Sus ausencias no juegan a favor de ella como princesa ni de la institución», afirma Casal. «No sonríe, se mantiene distante e incómoda», dice Castro.

Victoria de Suecia

Virtudes. Ella es la única reina heredera, y se nota. «Es discreta y correcta», señala Casal. «Hace lo que tiene que hacer y lo hace correctamente. Siempre ha interiorizado que iba a ser reina, por lo que se ha mostrado muy adulta y seria», indica Castro.

 Defectos. «No se muestra», apunta Castro. «Hasta el momento ha sido poco carismática y tiene la personalidad menos marcada, aunque los nórdicos suelen ser de por sí más cautos e introvertidos», mantiene Casal.