Tres matrimonios en una sola casa

TANIA TABOADA

YES

Óscar Cela

HACEN UNA BUENA PIÑA Tres matrimonios con sus hijos hacen que en una casa de Láncara vivan juntas más de 10 personas. Se reparten las tareas y son felices. «Aquí todos ponemos nuestro granito de arena», dicen

11 feb 2017 . Actualizado a las 10:47 h.

Ese dicho que en algunas ocasiones se aplica ante una improvisación «donde comen dos comen tres» no es casual en casa de Rosario León, a la que todos conocen como Charo. En esta vivienda de Neira de Cabaleiros, en el municipio de Láncara, conviven a diario tres matrimonios con sus respectivos hijos.

 En total, residen en la casa más de diez personas. «Vivimos mi esposo y yo, mis dos hijas con sus correspondientes maridos y sus hijos», explica Charo, quien reconoce que el día que se van de paseo y queda en casa sola con su esposo, la sensación es muy extraña. «Parecemos bobos. Nos sentamos detrás de la mesa, miramos el uno para el otro y no decimos nada. No estamos acostumbrados al silencio y a la tranquilidad. Un día sin ruido no es normal en nuestra casa», confiesa entre risas.

«PONGO A TODOS FIRMES»

La que lleva la voz cantante en esta vivienda es la propia Charo. Natural de Palencia, tiene 62 años y contrajo matrimonio con Jesús Montero, un gallego de O Corgo, que actualmente tiene 71 años y al que conoció en Cataluña. Regentaron un restaurante en Barcelona pero hace años lo traspasaron y decidieron venirse a vivir a esta parroquia de Láncara. En pleno contacto con la naturaleza y rompiendo con la vorágine de la ciudad. Cuando la familia acudió al Ayuntamiento para empadronarse, el personal de la casa consistorial quedó asustado por la llegada de tanta gente a una sola casa. Pensaron que había un error porque no cabían los nombres de todos en una hoja. «La casa la compramos hace 20 años, cuando estábamos en Barcelona. Varios hermanos de mi marido residían en Lugo y nos comentaron de una casa que se vendía. Decidimos comprarla y, al final, aquí acabamos viviendo toda la familia», manifiesta Charo. ¿Por qué? Primero porque todos se llevan estupendamente y Charo estuvo siempre acostumbrada a vivir rodeada de gente. Una de sus hijas siempre vivió con ellos y cuando se casó siguió haciéndolo; la otra, decidió mudarse cuando se quedó sin trabajo y ahora ella y su marido están encantados, también porque eso simplifica las cosas a la hora de cuidar de los nietos.

La casa es muy grande y dispone de varias habitaciones. Cuatro cuartos grandes en la planta superior y varios en la planta baja. También varios cuartos de baño. Y en cuanto a la distribución de las tareas, ya lo tienen claro. Son conscientes de que son muchos en casa y tienen que colaborar. «Aquí todos aportamos nuestro granito de arena. El que tiene que hacer su faena ya es consciente. Todos saben que hay tareas básicas para llevar a cabo todos los días. Ventilar la casa, hacer las camas, poner la lavadora, planchar, limpiar el polvo, fregar... es la rutina diaria», indica Charo, que tiene adjudicada la labor de hacer la comida, encargarse de la lavadora y la limpieza de la ropa.

Por si fueran pocos en casa, en numerosas ocasiones acude a cenar otra hija con su marido y sus hijos. Pero como ¡donde comen diez comen quince!, no hay problema. «Preparamos una buena cazuela de comida y listo», indica Charo, que fue cocinera toda la vida y el andar entre fogones no le resulta complicado. «Guiso, verdura, arroz, pastas... son menús fáciles de hacer, saludables y que prepararlos en cantidad no resulta complicado», indica Charo, quien explica que sacrifican animales y cuentan con una huerta grande para plantar sus hortalizas. «Hacemos una matanza grande y una buena recogida de hortaliza, que congelamos para que nos llegue para todo el año», añade Charo.

Actualmente los niños van al colegio a Pobra de San Xiao y durante la semana ya comen en el comedor. Están para el desayuno y para la cena. «Es una maravilla nuestra situación porque somos una familia muy unida. Somos una piña. Yo ya estoy acostumbrada a vivir con muchos en casa porque vengo de una familia de nueve hermanos», indica Charo.

En cuanto al gasto que supone vivir tantas personas en una casa, Charo dice que el dinero no lo es todo en esta vida y que lo importante es tener salud y ser feliz. «Mi pensión es de 700 euros y la de mi marido ronda los 500. Somos muchos para comer, vestir y estudiar pero vamos apañando con el dinero de todos», comparte Charo.

Charo es la primera en levantarse para despertar a los niños. «Me suelo levantar muy temprano para preparar los desayunos y ya aprovecho para hacer algunas labores domésticas. A veces salgo a dar un paseo y luego ya sigo con las tareas domésticas», concluye esta mujer, quien está feliz de tener a tanta familia en casa. «La felicidad no hay dinero que la pague. Vale más un euro menos en el bolsillo y ser feliz que ser rico y estar solo», concluye.