¿Tú también, Alberto?

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE V TELEVISIÓN

YES

27 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Pero qué esta pasando? ¿Disney ha conseguido al fin colonizar el planeta y lo ha llenado de princesas que desean ser rescatadas por príncipes valerosos? ¿Hasta la izquierda, aquella que antes reivindicaba el amor libre y modelos de familia y relación alternativos, practica la petición masculina de matrimonio y el sí doblegado de la mujer que desde niña fabula con ese instante?

Sucedía el pasado 23 de agosto cuando el líder de Izquierda Unida, el joven y talentoso Alberto Garzón, escribía en su cuenta de Instagram: «En el mismo sitio en el que la conocí y en el mismo metro cuadrado. Pero justo cuatro años después. Ocurrió hace un mes, durante una noche iluminada por las intenciones. Y me dijo que sí, que aceptaba casarse conmigo. Como el mundo sigue necesitando de compromiso, nosotros continuamos luchando juntos». ¡¡Me dijo que sí, que aceptaba casarse conmigo!!...

La diferencia generacional probablemente explique el pudor que genera la difusión permanente de momentos íntimos. Alberto Garzón es muy joven y comparte esa necesidad de mantener abierta la puerta de su casa para que todo el mundo conozca los cojines de su salón. Los millenials han roto las fronteras de la intimidad, el muro antes infranqueable que separaba lo público y lo privado y utilizan las redes sociales para exhibirse constantemente. No hay más que repasar el historial de Garzón, de su novia y de otros políticos de su generación para comprobar que hay un mecanismo nuevo que les empuja a apretar el botón de su cámara con frecuencia, registrar los avatares de sus vidas y compartirlo con una audiencia personalizada. Así que atribuyamos a una cuestión generacional el ímpetu casi compulsivo que esta pareja muestra a la hora de fotografiar y subir a la red besos, abrazos, miraditas, escorzos de amor y carantoñas varias. Los miles de likes (cerca de diez mil hace unos días) que generó la declaración de amor de Garzón demuestran que ahí fuera hay un público ávido de conocer la vida privada de los personajes públicos. Esa pulsión siempre ha existido, la diferencia es que ahora todos los mirones son invitados por los protagonistas que los sientan en la primera fila de sus vidas.

ESE VIEJO MODELO ROMÁNTICO

Menos generacional parece ese inquietante: «¡¡Me dijo que sí, que aceptaba casarse conmigo!!». Consolida y renueva esa vieja idea del amor romántico apuntalado en toneladas de literatura rosa y películas de amor que ayudaron a consolidar un modelo de relación entre los hombres y los mujeres que nos sigue provocando muchos disgustos. La estampa del hombre que elige a una dama para convertirla en su amada esposa; el retrato de una señora pellizcándose de regocijo por haber sido seleccionada, provoca un repelús que es muy difícil mantener a raya y que llama la atención en un entorno de jóvenes progresistas.

Los españoles han practicado siempre el respeto rotundo hacia la vida privada de los políticos. No ha habido costumbre de fozar en las biografías de los cargos institucionales. Aquí los vicios han sido privados y las virtudes, públicas. Pero las nuevas generaciones de políticos, a derecha e izquierda, sienten la necesidad de trasladar a la opinión pública algo más que su concepción ideológica del Estado. Una puerta que se abre y que quizás no puedan cerrar cuando quieran.