Matilda cumple 20 años

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LA VIDA REAL ERA OTRA COSA Aquella niña con poderes se ha convertido en una adulta muy crítica con la fama infantil, activista en las redes, irónica y muy divertida. ¿Acaso se podía esperar otra cosa de una pequeña extraordinaria?

20 ago 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

Veinte años después, todo ha cambiado. Algunos se pensarían dos veces llevar a sus hijos al cine a ver una película en la que la directora del colegio mete a los niños en un asfixiadero, o en la que unos padres someten a su hija a una humillación permanente, castigándola por ser lista, obligándola a ver la tele, abandonándola e insultándola. Porque todo eso (y más) hacen los padres de Matilda, esa niña maravillosa creada por Roald Dahl y que llevó a la pantalla Danny DeVito hace ya 20 años. Para muchos de los niños de finales de los ochenta, empieza el trauma de ver cómo las películas, los libros y las series con los que crecieron superan la mayoría de edad.

A Matilda, en el papel y en la pantalla, los libros le recuerdan que no está sola. Que no es un bicho raro por haber nacido en una familia que no parece la suya. Y veinte años después, Mara Wilson, la actriz que dio vida a la niña, hace algo parecido en Internet. A través del proyecto UROK, una plataforma que lucha contra el estigma de las enfermedades mentales entre los jóvenes, Wilson ha reconocido su lucha contra la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo. La actriz ya era una niña con ansiedad, revelación que choca con aquella imagen sonriente con la que llegó al cine en Señora Doubtfire. La vida de Mara Wilson, desde luego, ha sido mucho menos dulce que los finales de sus dos películas más conocidas: en pleno rodaje de Matilda, su madre falleció a causa de un cáncer.

ARRUINADORA DE INFANCIAS

Ahora, con 29 años recién cumplidos, así se define Mara en su cuenta de Twitter: arruinadora de infancias. Acaba de presentar un libro, ¿Quién soy ahora? Historias reales de infancia y fama accidental. Muy activa en redes sociales, escribe el blog Mara Wilson Writes Sttuf, en el que explica por qué dejó de actuar: «No es muy divertido. Hacer lo mismo una y otra vez, hasta que a los ojos del director está bien, no permite mucha libertad creativa». Aunque sigue actuando en teatro, por la conexión con el público. «Es emocionante, aterrador y efímero. Es la vida», defiende. En cuanto a la fama, le parece ridícula.

Trasladado a la vida real, tal vez es la evolución lógica de un personaje que, como todos los que creó Roald Dahl, siempre tiene más de una cara. Ninguna de sus historias infantiles es políticamente correcta, los adultos rara vez salen bien parados, y los niños parecen los únicos capaces de entender lo que realmente importa. ¿Qué se puede esperar de un autor que titula un libro Cuentos en verso para niños perversos?

El cine no ha sido capaz de captar toda la mala leche de un autor que trata a los niños como seres inteligentes. Tal vez Wes Anderson, con su preciosa Fantástico Mr Fox, una fábula de animación en la que consigue crear un universo propio a partir de las palabras del escritor. Pero ni siquiera Matilda, ni desde luego las dos adaptaciones de Charlie y la fábrica de chocolate, llegan a plasmar su mundo. Como si algo de la magia se perdiese en el camino a la pantalla. El último en intentarlo ha sido otro maestro en acercarse a la mente de los niños, Steven Spielberg, con Mi amigo el gigante. El propio Dahl escribió decenas de guiones para televisión, muchos de ellos adaptaciones de sus propios cuentos para adultos. Hasta tuvo su propia serie, Relatos de lo inesperado. Casado con la actriz Patricia Neal, escribió dos guiones para cine, ambos adaptaciones de Ian Fleming: el James Bond de Solo se vive dos veces y Chitty Chitty Bang Bang. A punto de cumplirse cien años del nacimiento del escritor, el cine sigue esperando su gran adaptación. Aunque Matilda puede ser un buen aperitivo...