Porque les da la gana. Sí, señores. No hay otra explicación. Los genios se han revelado contra el armario con una única intención: dejar claro que ellos se lo pueden permitir. Y que no te cuenten pamplinas.
06 feb 2016 . Actualizado a las 19:13 h.Y dale con eso de parecer normal. En la última viralidad -que no virilidad, ojo- vuelve a repetirse la misma historia. Genio empresarial que podría dedicarse a la vida contemplativa, pero que sigue trabajando con tanto ahínco que ni siquiera se siente capaz de decidir qué ropa ponerse, así que cada día aparece con la misma. Vaya adonde vaya. Imagínate que vamos a una fiesta de etiqueta. ¿Qué cara le quedaría al personal si tú o yo nos plantamos allí de sudadera y camiseta? De póker, como mínimo. Nos llamarían de todo menos bonitos. En el mejor de los casos, hasta nos dejarían estar un ratito más. Ahora bien, si el que aparece es Mark Zuckerberg, amo y señor de Facebook, con su camiseta gris y su sudadera, le hacen la ola. El mundo es así de cruel.
Este chaval -porque todavía lo es- causó un revuelo mundial cuando se le ocurrió subir al perfil la foto de su armario. «Primer día de regreso tras el permiso de paternidad. ¿Qué ropa me pongo?», comentó en su muro bajo la famosa imagen en la que solo se ven perchas con camisetas y sudaderas idénticas (a la izquierda). Pero Mark no es el primero, y apostamos a que no será el último. Steve Jobs se puso a diario el mismo jersey negro con vaqueros durante los últimos años de su vida. Un jersey que le pidió al diseñador japonés Issey Miyake, que le mandó alrededor de un centenar. Tantos que el mismo Jobs dijo que serían suficientes para vestirse el resto de su vida. Y lo cumplió.
Jobs y otros cuantos
¿Que por qué Issey Miyake? Pues porque es el mismo que diseñó los uniformes del personal de Sony, que dejaron obnubilado al magnate de Apple durante su visita a la fábrica de Japón. Jobs le encargó unos modelos para implantar en su empresa un uniforme propio, sin embargo no cuajaron entre el personal. Sí calaron en él, que no volvió a prescindir de la prenda superior.
Dentro del mismísimo imperio de la moda, el diseñador Karl Lagerfeld es otro que no cambia. Puede que diseñe las colecciones más variopintas y arriesgadas para Chanel, pero el Kaiser no se desprende de ese look draculino ni de sus gafas de sol en cada aparición. Pero hay más. El propio presidente de Estados Unidos, Barak Obama, explicó que intercala el traje gris con el azul para no romperse la cabeza cuando llega al armario. Podríamos seguir la lista de hombres poderosos que se uniforman de lunes a domingo, pero vamos a por las causas. ¿Qué les puede llevar a hacerlo? «Aquí no hay protocolo social, porque lo incumplen sistemáticamente. Lo que hay es comunicación, porque ellos envían un mensaje: 'Yo hago lo que me da la gana porque me lo puedo permitir'», indica Mar Castro, experta en comunicación y protocolo. Primer puñal.
Obama o Mark dicen que ya toman demasiadas decisiones importantes durante el día como para prestar atención a lo que se ponen. Por otra parte, diversos psicólogos aseguran que las personas que toman tantas decisiones trascendentales se bloquean a la hora de tomar otras intrascendentes y cotidianas. Pero ¿acaso no tiene esta gente suficiente dinero como para tener a un equipo que les escoja el look cada mañana? Por supuesto que sí. Sencillamente, es que no les interesa. «Es posible que tengan una carencia o una manía. Pueden ser muy buenos como empresarios, pero tener otras debilidades como puede ser la de la moda», explica la experta, que añade que «es una excentricidad típica de los genios que pueden llevar a cabo esa excentricidad». No obstante, Castro pregunta: ¿Por qué siempre perdonamos esas excentricidades a las personas conocidas justificándolas mientras que machacaríamos a otro igual que hiciese lo mismo?.
Por ese mismo motivo, la comunicadora quiere dejar bien claro que lo del uniforme diario «no está bien hecho». No obstante, diferencia comportamientos entre estos magnates cortados por el mismo patrón. «Ortega es el dueño de Inditex, pero no es su imagen; Zuckerberg, además de transmitir su mensaje, promociona su propia marca [lleva bordados los iconos de notificaciones, chats y amigos en su camiseta gris]. Luego está Jobs, que al ser rechazado su uniforme por los empleados pudo ser también como un gesto de ´¿qué, vosotros no lo queréis? Pues ahora yo sí?». En cualquier caso, para Castro todos tienen lo mismo en común: «Ni siguen el protocolo social ni le dan importancia a la imagen. Quieren parecer humildes a sabiendas de que eso les gusta a sus compradores». Sea lo que sea lo que les lleva a no cambiar de ropa, aburren a un santo. O, al menos, eso pensamos los normales de verdad.