Los torneos de Infinity y Aristeia convierten el Auditorio Mar de Vigo en un campo de batalla de miniaturas

jorge pereira VIGO

VIGO CIUDAD

Los jugadores organizan sus piezas en una partida de Infinity.
Los jugadores organizan sus piezas en una partida de Infinity. Xoán Carlos Gil

Los fans de los dos títulos de Corvus Belli disfrutan de nuevos modos de juego, clases magistrales y concursos de pintura de figurillas

18 ago 2019 . Actualizado a las 20:32 h.

«¡Cincuenta minutos!». La megafonía avisaba del inminente final de sendos torneos de Infinity y Aristeia, los exitosos juegos de estrategia de la empresa Corvus Belli. La compañía de juegos de mesa y figuras con sede en O Morrazo celebró ayer la segunda jornada de Interplanetario, el evento anual que tiene lugar en el Auditorio Mar de Vigo. En su sexta edición, contrincantes de todos los rincones del mundo se reúnen para ver quién es el mejor y para recrearse en el universo de estos juegos de estrategia de ciencia ficción espacial.

«¡Treinta minutos!». Juan Lois, maestro de ceremonias de Interplanetario, explica las normas de sus títulos de estrategia: Infinity, una guerra entre dos bandos por el control de miniaturas de zonas de guerra futuristas, y Aristea, una competición por puntos con tablero y cartas.

Los propios fans han creado sus propios juegos alternativos en torno a las figuras y los mundos ficticios de Corvus Belli: lucha a muerte en Deathmatch, Carrera de Remotos y Dog Bowl, que Juan define como «rugby con hombres lobo».

«¡Veinte minutos!». Al torneo han acudido aficionados de todo el planeta. Los 300 contendientes proceden de países como Reino Unido, Rusia, Letonia, Estados Unidos o Australia, por nombrar unos pocos. Cedric, de Lyon, es uno de tantos jugadores internacionales que han hecho muchísimos kilómetros para compartir su hobbies favoritos: Infinity y la pintura de miniaturas.

En el evento también se impartieron clases magistrales de modelado 3D y de pintura de figurillas. Un experto en esta última disciplina es Sergio Luque, que actúa como maestro y como jurado del concurso de coloreado de las criaturillas de no más de cinco centímetros. Luque convirtió un pasatiempo en un negocio tras invertir mucho tiempo y paciencia en decorar hasta el más ínfimo detalle las pequeñas efigies de estos juegos de estrategia.

«Time’s out! Game over!». La ilusión se desvaneció y los comandantes de los pequeños ejércitos, a regañadientes, recogieron sus dados y sus piezas hasta las nuevas batallas de la tarde.