La madera quemada se pudre en los montes

J.R. VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Ya sea por la falta de recursos de los comuneros, o por la inacción de propietarios particulares, las zonas quemadas siguen aún repletas de troncos negros que son nocivos para el ecosistema

22 oct 2018 . Actualizado a las 13:35 h.

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Superficie afectada por los 352 incendios registrados en Galicia ente el 8 y el 15 de octubre del 2017, siendo la del 15 la peor jornada que se recuerda.

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Terreno afectado en Vigo y otros 14 concellos del sur de la provincia solo en la jornada del 15 de octubre del año pasado.

Galicia vivió hace hoy un año la peor oleada de incendios que se recuerda para dejar un triste balance de cuatro fallecidos, 47.000 hectáreas arrasadas e incontables daños materiales en bienes públicos y privados. Una catástrofe que cubrió de humo las cuatro provincias y que aún sigue siendo visible a poco que se recorran los ayuntamientos más afectados. Vigo y el sur de la provincia de Pontevedra, junto con los Ancares de Lugo, concentran las zonas cero de aquel domingo negro, que hoy, pese a haber transcurrido un año de la catástrofe, siguen presentando un aspecto en el que predomina más el negro inerte que el verde natural, tanto si es suelo privado como comunal.

El perímetro de la principal ciudad de Galicia es un ejemplo ilustrativo, pero también municipios como Nigrán, Gondomar, As Neves, Salvaterra o Arbo. Y es que las superficies afectadas fueron tan vastas que las talas realizadas en los últimos doce meses resultan insuficientes. En el caso de la Mancomunidad de Montes de Vigo se cifra en un 60 % la madera ya retirada, explica su presidente, Uxío González: «Ardeu tanto en tan pouco tempo e hai tanta madeira que sacar de todos eses montes…. Sacouse en cantidades, no noso caso quedará un 40 % por retirar, pero nos montes privados está toda, absolutamente toda. Pasa o mesmo en As Neves, en Salceda, están todos igual. Un ano despois os montes deberían estar limpos e desbrozados para empezar a rexenerar, pero nada de nada».

La puntilla

Las comunidades de montes, salvo las que tienen ingresos extra por el arrendamiento de terreno para alguna actividad, suelen caracterizarse por unos recursos más bien escasos. Y los incendios de hace un año supusieron para algunos colectivos la puntilla definitiva, por lo que no tienen fondos para realizar las necesarias talas, y señalan a la Consellería de Medio Rural de ofertar unas ayudas o insuficientes o que no llegan a todos los damnificados. Además, la venta de esta madera no genera los mismo ingresos ahora que antes del 15 de octubre del 2017. «El mercado está saturado, somos muchos queriendo vender madera. Antes de los incendios se vendía la tonelada a un precio que oscilaba entre los 40 y los 45 euros, ahora se vende a 17. Pero cuanto más se tarde en retirar valdrá menos aún, ya que al pudrirse pierde peso», explica Víctor Manuel Vidal, presidente de los comuneros de Chandebrito (Nigrán), una de las parroquias peor paradas hace hoy un año.

En el ámbito municipalista resulta esclarecedor el discurso de Xosé Manuel Rodríguez (BNG), alcalde de As Neves (4.000 hectáreas calcinadas de 6.500 que forman el ayuntamiento): «As propiedades de particulares apenas se tocaron, todo vai a peor. A madeira podrece e iso leva pragas que son nocivas para o medio. Neste contexto de pleno deixamento está o outro gran problema, a expansión descontrolada e natural do eucalipto. Pero ese problema é común polo menos en todo o sur da provincia de Pontevedra».

«El terreno privado, en vez de ordenarse, se desordena»

Una parte importante del perímetro arbolado de Vigo que ardió hace hoy un año era de particulares. Los comuneros, desde entonces, no han dejado de repetir que su trabajo, debido al abandono de muchos de estos terrenos de particulares, está destinado a ser pasto de las llamas en cualquier momento. Daniel Rodríguez, técnico de la Mancomunidad de Montes de Vigo, habla desde la experiencia.

-Las críticas por el mal estado de los montes privados no cesan, ¿existe forma de revertir la situación?

-Los montes vecinales llevan trabajando muchos años para tener ordenado su territorio. El problema está en el terreno que es privado, que en vez de ordenarse, se desordena muchas veces. Ahí está el gran problema, por mucho que se haga en el monte vecinal, si el privado sigue abandonado, seguiremos expuestos a nuevos incendios como los del 2017.

-Pero ustedes están abocados a entenderse con los propietarios particulares aunque sea pasa sacar adelante el proyecto del anillo verde...

-En la última reunión con el alcalde (de Vigo) se comprometió a que esa parte, fundamental para hacer realidad el anillo verde, sería responsabilidad del Ayuntamiento para adecuar las fincas que estén en mal estado y coincidan con el trazado previsto para el cortafuegos.

-¿Puede hablarse de plazos?

-La propuesta que hacemos es de monte vecinal, pero queda el particular. Ahí el Concello tendrá que arrancar unas vías de comunicación con los propietarios particulares. Nuestro planteamiento es que las comunidades que están de acuerdo puedan empezar a preparar los terrenos, pero llevará tiempo, no es cuestión de medio año, ni de un año, ni de dos, porque todo tiene su proceso y el monte es lento.

Madera talada y apilada a la espera de ser recogida

La acumulación troncos apilados en cunetas o solares de los montes de Pontevedra afectados por los incendios del 2017 es común desde que empezaron a autorizarse las talas. Se trata de madera que ya tiene comprador -es un producto que se subasta antes de ser cortado- y que no resultó especialmente afectado por las llamas de hace un año. Lo que resulta curioso, y dimensiona la resistencia del eucalipto, es que en muchos de estos troncos ya talados siguen brotando ramas de eucalipto en las que nacen hojas y otras ramas que no dejan de crecer. El destino de gran parte de esta madera, según explican los comuneros, son empresas madereras de Galicia o Portugal, o la empresa Ence para la elaboración de pasta de papel. Foto óscar Vázquez