El Concello da el nombre de Colón a la calle del Ramal

La Voz

VIGO CIUDAD

escaneada

España celebraba el 400 aniversario del descubrimiento de América, y la recuperación del nombre de Cristóbal Colón se extendía por todo el reino

10 oct 2018 . Actualizado a las 09:45 h.

El Ramal, la calle de enlace entre el muelle y la carretera de Madrid, pasó a denominarse Colón el 7 de octubre de 1892, a propuesta de un grupo de concejales vigueses. España celebraba el 400 aniversario del descubrimiento de América, y la recuperación del nombre de Cristóbal Colón se extendía por todo el reino.

En la misma reunión, se aprobaba colocar la placa que rotularía la calle en un acto solemne a celebrar el 12 de octubre. Pero no se trataba de una calle nueva. Si acaso, seminueva porque el Ramal estaba abierto desde hacía unos años. Hacia 1875 se había concluido el malecón que cerraba los terrenos ganados al mar en la parte baja de la ciudad. Desde el final de la Alameda, como continuación a la calle que nacía en el muelle de madera, partía una vía hacia la estación de ferrocarril, que después iniciaba la carretera de Madrid, la actual calle de Urzaiz.

Por esta razón era una calle viva y muy ruidosa, que tanto mostraba el paso de ganado como a los distinguidos socios del Gimnasio. «Una acreditada fábrica de jabón que ha merecido en varias exposiciones los premios más honoríficos; dos fraguas tiene montadas un maestro vizcaíno capaz de apuntar por día dos mil cuatrocientos picos: tanto fabrica herramientas de acero dulce y fundido como construye las ruedas de los sólidos vehículos», se puede leer en la Guía del forastero en Vigo. Escrita en verso por unos cuantos haragantes (1879).

Las nuevas calles viguesas ofrecían toda la pujanza del comercio asociado a la existencia de colonias por lo que la figura del armador era vital. Francisco Tapias, Manuel Bárcena y José Barreras se repartían el negocio y, cada uno de ellos, «despacha cada mes sus...buques...ya sea para la costa, para Cuba o Puerto Rico». Alguno de estos también mantenía abiertas rutas con el Mediterráneo.

Unido a este comercio estaban las relaciones internacionales y Vigo, a pesar de no ser capital provincial, daba espacio a varios consulados. Y aún había espacio para el colegio San Luis y «una capilla que riñe con nuestro catolicismo y que tan solo funciona a los jueves y domingos». Se trataba de un centro religioso para los marineros extranjeros. Y es que la presencia continuada de flotas militares, como la británica, llevó incluso a hacer un espacio en el cementerio de Picacho para el enterramiento de personas no católicas. Fue un logro del vicecónsul británico, Manuel Bárcena, que consiguió acotar parte del cementerio vigués para dar sepultura a

los no católicos.