Desde los ruedines hasta el podio

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

REDONDELA

Oscar Vazquez

El excicilista profesional creó en el 2013 una escuela de la disciplina en Redondela que cuenta con 60 niños entre cinco y 18 años; su filosofía es el deporte es un juego y los éxitos son compartidos

02 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Empiezan queriendo ser «como Froome o Contador, al estilo de Messi o Cristiano en el fútbol», pero en la Escuela de Ciclismo de Redondela, con el exprofesional Marcos Serrano a la cabeza, se esfuerzan desde el 2013 en transmitir a los niños otro concepto del deporte. «Se trata de que lo tomen como un juego y un reto. Mucha gente no imagina que un niño de diez años pueda completar 40 kilómetros si entrena de la manera adecuada», explica el preparador. Lo que «fascina» a los pequeños es «decir que han ido de Redondela a Cesantes; se quedan con la idea de que la bici te puede llevar lejos».

Serrano, que compagina su faceta de director técnico de la escuela con el Rías Baixas, pasó antes por el club de Ponteareas hasta que decidió apostar por su propio proyecto. «Nos hemos convertido en el club de la ensenada de San Simón, Chapela, Redondela, Mos... Cogimos una zona con mucha afición al ciclismo donde hacía falta una iniciativa así», analiza. Hoy cuentan con alrededor de 60 niños, una cifra que va en aumento.

«Lo que les mueve para empezar es sobre todo el saber que es un deporte en el que no hay alineaciones y todos van a ser titulares», comenta. Se les inculca que el trabajo da su fruto y que todos van a ser importantes. «En los equipos en los que estuve siempre mamé que el colectivo es lo más importante y nuestra filosofía se basa en eso. No es cuestión de que si gana un corredor te vayas detrás de él a felicitarle, sino de esperar a que entre el último y comprobar que llega bien, de tratar igual al más débil que al que mejor anda».

Ese espíritu de equipo se traslada a los resultados. «El otro día me decía un patrocinador que cómo no tenía puesto en el dossier que un corredor ganó el ránking gallego de cadetes. Yo prefiero decir que la escuela ha sido campeona y no que lo ha sido un componente en concreto», ejemplifica.

Los integrantes del club tienen edades comprendidas entre los 5 y los 18 años. «Empezamos en una etapa en la que ya te pueden hacer caso y no se te escapan», constata. La evolución suele ser tan rápida como satisfactoria para los entrenadores. «Te llegan con ruedines y de repente les ves con unas habilidades que no te puedes creer la mejoría. O te viene un padre y te comenta que se llevó al crío al parque y no veas cómo andaba».

Los pequeños ciclistas entrenan dos veces a la semana y se caracterizan por una competitividad prácticamente innata desde el primer día. «Si por ellos fuera, nos pasaríamos haciendo carreras las dos horas que dura cada entrenamiento». Sin embargo, es importante potenciar otras cosas y no perder detalle. «Lo más complicado es conseguir que tengan la noción básica de que en el ciclismo hay caídas. A veces en carretera parece tan fácil que te confías y ahí es donde crece el peligro».

El entrenador puso en marcha el club junto con padres que con frecuencia se intercambian los papeles. «A veces al director le toca ejercer de autoridad máxima y al presidente cuidar niños. Lo tenemos clarísimo», expone. Su nombre y su pasado como ciclista, además, los considera algo secundario. «Tengo niños de diez años que ni habían nacido cuando gané la etapa del Tour. Como mucho saben lo que les hayan comentado los padres».

Para él, que estudió Magisterio, esta experiencia supone poner en práctica parte de lo aprendido. «Me permite sentirme docente, tener trato con los niños y la satisfacción personal de comprobar cómo van creciendo». Además, aunque Serrano reconoce que se debe al Rías Baixas, apunta a que «esto es como si haces una maqueta pequeña y luego pasas a la grande, que te sirve de mucho». Y advierte de tiene cuerda para rato. «Si algo no me faltó como profesional fue constancia. Esto tampoco va a ser flor de un día que me aburro y me voy. Todo lo contrario».