Esteban se juega el tipo en la N-120 para vender cupones

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera PONTEAREAS / LA VOZ

PONTEAREAS

ÓSCAR VÁZQUEZ

Un discapacitado recorre todos los días 10 kilómetros en silla de ruedas por el margen del vial de Ponteareas

19 ago 2017 . Actualizado a las 19:19 h.

Esteban Leirós es discapacitado de nacimiento. Tiene 31 años, sufre mielopatía y ha sido sometido a varias intervenciones por este motivo. Hasta hace un par de años tenía que desplazarse con una silla manual. «Gracias a la mediación de un médico del Hospital Meixoeiro conseguí que me diese una silla eléctrica». Esta le permite cubrir el trayecto entre su casa y Ponteareas en media hora.

Diez kilómetros en silla de ruedas por el arcén de la peligrosa carretera nacional 120. Es el itinerario cotidiano de una jornada de trabajo de Esteban Leirós, residente en Xinzo, una parroquia situada a cinco kilómetros del centro de Ponteareas. Todos los días a las 9 de la mañana, Esteban coge su silla de ruedas eléctrica y circula por el arcén. Por el camino va vendiendo cupones a todo el que se lo pide en una carretera que está salpicada de empresas, bares y comercios y en cuyos flancos habitan o trabajan miles de personas.

«Llevo un año vendiendo cupones y en algunos sitios el arcén es tan estrecho que tengo que invadir la carretera», cuenta. «Circular por aquí con la silla es bastante peligroso», añade el joven. Regresa a casa por la misma carretera sobre la una y media de la tarde. Para protegerse del sol implacable que cae sobre el valle del Tea, Esteban se cubre con una gorra con el anagrama del Fútbol Club Barcelona, del que es un forofo. Cuando llueve tiene que pedir a alguien que le lleve al centro del pueblo porque «el transporte gratuito adaptado no está disponible para mí a la hora en que salgo a trabajar, porque está atendiendo a los colegios».

Los cupones que lleva son de OID, una empresa de A Coruña que vende las papeletas vinculadas al número de la ONCE. Las participaciones son más baratas que las de los cupones de los ciegos. Al comprador le cuestan entre un euro y medio o dos euros, según el sorteo del día que se trate. «Me llevo un 30 % del precio de venta. No llego a 300 euros de ingresos al mes», señala este joven que se muestra satisfecho de tener trabajo, aunque lógicamente le gustaría ganar más dinero. «Me han hablado para pasarme a vendedor de la ONCE, donde pagan más», señala.

Atropello

Su casa está muy cerca de la de María Elena A.L, la joven de 23 años que fue atropellada en febrero del año pasado en la nacional 120 cuando al tratar de cruzarla. Cuando sucedió el accidente, que se añadió a otros percances anteriores, las alarmas se dispararon en Ponteareas y los vecinos empezaron a movilizarse. Esteban Leirós fue uno de los que participó más activamente en las protestas. «Llevamos más de un año peleando por la seguridad vial en este carretera», relata el vendedor.

«Nos prometieron poner pasos de peatones, semáforos y rotondas», pone de relieve. Pero por ahora el único cambio visible son las advertencias con señales luminosas sobre limitación de velocidad y peligro.

Cuando llega a Pontearas tiene que cruzar la carretera por un paso de peatones y lo hace con miedo porque «muchos conductores van muy rápido y no lo respetan». Una vez que entra en el casco urbano de la villa se siente más seguro porque las aceras se han ensanchado y «Ponteareas está bien adaptada para sillas de ruedas».

Esteban estudió en el instituto Pedra da Auga. Desde muy pequeño ha practicado natación por lo que presenta unos brazos poderosos, aunque últimamente tiene esta afición y disciplina un poco abandonada.

Tras terminar en el instituto estuvo formándose en la escuela de joyería de Bergondo, en A Coruña, donde permaneció tres años. «Pero al volver a Ponteareas no encontraba trabajo en joyería y tuve que meterme en Cogami, en talleres de cuero y otras actividades, pero no me gustaba demasiado».