Avanzan con lentitud las operaciones contra la «trama terrorista incendiaria» que, según la Xunta, provocó la ola de fuegos que arrasó Galicia, en una operación «perfectamente coordinada». Si hemos de creer esta teoría sobre las causas de los incendios, la Policía y la Guardia Civil están haciendo un papelón. Por ahora solo hay dos detenidos: un señor que asaba chorizos y provocó un conato que afectó a una hectárea; y una vecina de Mos de 74 años que quemó unos rastrojos a la puerta de su casa. Como entre ambos quemaron dos hectáreas y en total ardieron 35.500, a este ritmo de hectárea por semana harán falta más de 700 años para «desarticular» todos los «comandos». Otra cosa, claro, es que esta explicación sea mentira. Y que no exista ninguna «trama terrorista incendiaria», sino que lo que sucedió hace dos semanas responda a otras razones, algunas de las cuales podrían resultar incómodas para el poder político. No olvidemos que en Portugal tuvo que dimitir una ministra tras la última crisis incendiaria, mientras que el presidente del Gobierno fue sometido a una moción de censura. En Galicia, en cambio, agitar el señuelo terrorista permite a la Xunta desviar la atención sobre el verdadero debate. Porque no es solo que no haya detenidos, salvo el señor de los chorizos y la señora que quemaba rastrojos. Es que el propio fiscal especial de Medio Ambiente ha descartado que exista ninguna trama, mucho menos terrorista. Si en algo son buenas las fuerzas de seguridad en este país es en luchar contra el terrorismo. Raya el insulto seguir especulando con un grupo terrorista incendiario que no existe.