«Cuando no pinto, es un día perdido»

alejandro martínez LA VOZ / LA VOZ

BAIONA

M.MORALEJO

El baionés Claudio Vasconcellos, Caíno, trabaja en sus próximas exposiciones y en un libro

22 feb 2023 . Actualizado a las 23:19 h.

El artista baionés Claudio Vasconcellos, Caíno, atraviesa una etapa de gran creatividad. Está preparando las exposiciones que inaugurará este verano. No hay día que no se siente con sus pinceles ante el caballete en su casa del barrio de Loureiral para obedecer a su inspiración. Y así pasan las tardes hasta que cae la luz del día. Porque Caíno, que es autodidacta, necesita de la pintura tanto como el respirar. «Todos los días pinto y, cuando no lo hago, me falta algo, es un día perdido», confiesa. Es lo que ha dado siempre sentido a su existencia. «Significa mi vida, desde niño yo pinto, es algo maravilloso, me ata, me da libertad, siempre quiero hacer algo distinto, diferente y me abre al mundo. Me siento un privilegiado de poder trabajar y que a la gente le guste mi pintura», confiesa.

Uno de los proyectos en los que trabaja consiste en volver a reunirse con los artistas miñoranos que el año pasado llevaron sus obras a la localidad francesa de Pornic, hermanada con Baiona. El público francés disfrutó de la muestra colectiva en la que también estaban Carlos Padín, Irene Silva o Nieves Loperena con sus fotografías. Este verano quiere organizar algo similar en Baiona. En aquella ocasión fue un intercambio artístico. A su vez, pintores franceses trajeron sus obras hasta Baiona. El pintor, que plasma como nadie las miradas melancólicas de las gentes del rural gallego, volverá además a mostrar sus cuadros en salas de Pontevedra, Santiago y A Coruña, ciudades donde siempre son muy bienvenidas sus obras. Sus cuadros también se encuentran en diferentes galerías, como la de Monteblanco, en Vigo.

«Ahora mismo estoy haciendo unas caras de máscaras y una romería porque quiero cambiar obra que tengo en galerías», afirma. Caíno sigue explorando nuevas formas de expresión artística. «Mi proyecto es estar aquí trabajando y haciendo cosas distintas, con libertad. Voy a tratar de hacer algo más contemporáneo, si bien los formatos grandes tienen menos demanda. Es mi vida y el tiempo apremia», afirma.

El mercado del arte no se escapa de la crisis. «Ahora hay que sobrevivir con la pintura. Las galerías están cerrando, ya no hay apenas y la decoración es más minimalista», afirma. Su primera caja de acuarelas la consiguió a través de un programa de radio a los ocho años y, con diez, le ofrecieron ir a la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, pero a esa edad le daba miedo viajar en tranvía. Sin embargo, una década después, se puso el mundo por montera y se embarcó en el Montserrat rumbo a Londres, participando de aquel exquisito grupo de artistas que, desde los albores de los 70, se reunían cada domingo con sus talleres de exposición y venta en las calles del Hyde Park, el corazón de Londres. En la capital británica vendió sus primeros cuadros, pero regresó a su Baiona natal a finales de los 70, donde trabajó como auxiliar de farmacia hasta que se jubiló en el 2002 para vivir plenamente entregado a la pintura. Ya en los años 90 vendía todo lo que exponía en la antigua cafetería Atlanta.

Literatura

La literatura es otra de las pasiones de Caíno. Ha publicado dos libros, As Portas ausentes, una obra de poemas que recoge sus pensamientos, y Os ollos do tempo, con fotografías antiguas de Baiona. Va camino del tercero, que prepara sin prisa, a medida que se lo va dictando su corazón, para volver a dar lo mejor de sí mismo y que los lectores disfruten la lectura cuando vea la luz. «Quiero hacer algo bueno, que tenga fondo, que no sea una cosa simple y eso lleva su tiempo», dice. Avanza que la publicación incluirá además fotografías echas por él mismo, imágenes de pequeños detalles de Baiona, como por ejemplo en una pared o en una puerta. A él le dicen mucho, y las va tomando poco a poco en sus paseos diarios con su fiel compañera, Besi, una perra palleiriña de 9 años que no se encuentra bien de salud. «Me encanta, la adoro. Anda despacito porque toma nueve pastillas al día», afirma.