Los precursores de la Arribada

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente BAIONA / LA VOZ

BAIONA

M.MORALEJO

Un profesor, una empresaria y un periodista se reivindican como el germen de la fiesta de Baiona

02 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No se podían imaginar los alumnos del instituto Primero de Marzo de Baiona que la venta de rosquillas para recaudar fondos con destino a la excursión de fin de curso iba a derivar en una fiesta de interés turístico internacional.

«Me vinieron a comentar si me podía encargar yo del tema y dije que sin ningún problema. Y eso que faltaba solo una semana o diez días. Querían hacer una especie de mercadillo medieval y en el Concello solo tenían seis trajes de época. Pensé que en diez días se hacen milagros y les dije que no se preocupasen, que aceptaba el reto». El que habla es Ángel Bouza Prego, entonces profesor del centro y en la actualidad ya jubilado y vecino de Gondomar. Recordó que Rosa Cristaleiro, la propietaria de las famosas rosquillas de esa misma localidad, organizaba ferias de su producto estrella acompañado de alguna piezas de cerámica.

No hizo más que solicitarle su colaboración y Rosa se puso manos a la obra. El hotel Pinzón fue testigo de la reunión celebrada por Rosa, su hijo Miguel, Ángel, el periodista Vicente Montejano y otra persona de la que, por mucho que se esfuerzan, no recuerdan su nombre. Esa reunión de 1996 fue el germen de la Arribada de hoy, esa que llega a concentrar durante el fin de semana a cerca de doscientas mil personas.

El docente se encargó de organizar a los alumnos, Rosa de la logística y Vicente de dar visibilidad a la fiesta en los medios de comunicación, en los que ya citó el nombre de la Arribada. También fue fundamental el apoyo de otras personas que permanecieron en segundo plano como Avelino Valverde, encargado de obra del Concello, y Javi, el electricista municipal. Fernando Leyenda, padre de un alumno de un colegio Fontes, en Baíña, fue otro de los colaboradores al año siguiente y no olvidan la ayuda de las policías locales de Baiona, Nigrán y Gondomar. Recuerdan que, por el contrario, algún político del momento no creía mucho en su idea y se limitaba a comentar que para qué se iba a hacer lo mismo que en Ribadavia. Posteriormente fueron conscientes de la importancia que podía adquirir y empezaron a tomárselo en serio.

«Por cierto, que no nos invitaron ni a un vino, no tuvieron ni siquiera un mimo», apuntan los precursores. También hubo detalles feos. «Me enteré de que 1997 a los chicos del instituto les cobraron por usar los trajes», comenta Ángel.

«Siempre pensamos que iba a ser muy importante, yo me hacía cada año un traje diferente para que quedara como testimonio en la documentación, pero cuando me enteré de que había sido nombrada de interés turístico internacional, lloré de emoción. No creí que llegaría tan lejos», apunta Rosa.

«Yo entonces me centraba en la docencia; simplemente fue una cosa más de la que estoy orgulloso», añade el profesor del Primero de Marzo.

En opinión de Vicente Montejano, «se ha perdido un poco el rigor con el que se inició. ¡Ojalá que vuelva a ser lo mismo! No solo tenderetes para ganar dinero, sino un motivo para recuperar el prestigio de Baiona. La Arribada no puede ser un gastrobar. Es de interés internacional y debe contar con conferenciantes de cierta talla, no como Sánchez Dragó, que generó críticas y división social». Advierte que Santa Fe de Granada y Palos de la Frontera lo viven «a todo gas» y Baiona tiene que hacerlo igual. A Rosa le queda clavada la espina de que no se creara en su día una fundación de los pueblos colombinos. Le gustaría que esta idea fuera adelante.