Los impresionantes reclamos del tramo final del río Miño

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Tomiño, O Rosal y A Guarda ofrecen rutas para combinar naturaleza y patrimonio

02 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El tramo final del río Miño ofrece una mezcla de singulares elementos patrimoniales y un entorno de naturaleza que los ayuntamientos de la zona destacan como atractivos para los visitantes. Tomiño, por ejemplo, plantea en su página web una serie de recorridos de fácil acceso, trufados de construcciones singulares y rastros de un largo pasado. Es el caso de la ruta del Ecoparque del monte Tetón. Tiene un recorrido circular de 5 kilómetros y una pendiente media del 9 %. Para llegar desde Tomiño hay que tomar la carretera PO-351, que conduce a Gondomar y, al llegar al alto de Couso, tomar un desvío a mano derecho que ofrece indicaciones. Allí se puede ver un conjunto espectacular de petroglifos, uno de ellos con 18 anillo y una gran superficie. Desde el punto de vista paisajístico, el visitante tiene la posibilidad de asomarse al valle de Tebra desde el mirador de As Cachadas

Otras de las posibilidades que destaca el Concello de Tomiño es la Ruta da Pedra Furada. Hay que acercarse al santuario de San Campio de Lonxe, en la parroquia de Figueiró, para seguir los carteles indicadores. El lugar es un conjunto de rocas de distintos tipos que la erosión fue esculpiendo de una forma caprichosa, entre las que destaca la Pedra Furada. Existe un mirador que permite contemplar el río Miño con Portugal y su cercana desembocadura presidida por el monte Trega, ya en A Guarda. El sendero de aproximación presenta una buena pendiente.

Otra opción sin salir de Tomiño es la denominada Ruta da aula aberta da natureza do río Furnia. Es una zona de ocio con varios paneles que informan de la biodiversidad y las características de la flora de esta zona húmeda. Para llegar hay que tomar la carretera PO-552 y desviarse junto al cementerio de Amorín, donde hay un cartel indicador. Después se continúa por un camino de tierra, dejando a la derecha el campo de fútbol. Al llegar al río se encuentran ya los primeros carteles que anuncian el inicio de la senda. Es un pequeño recorrido pero de un gran valor paisajístico y natural.

Para enlazar con el vecino municipio de O Rosal está la senda del Miño. Este camino une la playa de Goián con la de Eiras, ya en O Rosal. En el inicio se encuentra la fortaleza de San Lourenzo, un bastión fortificado del siglo XVII que formó parte del sistema defensivo miñoto durante la guerra contra Portugal de hace casi cuatrocientos años. La senda fue adecuada para el paseo tranquilo de los caminantes. En la playa de Eiras se puede enlazar con el sendero de pescadores de los ríos Miño y Tamuxe para apreciar una enorme riqueza natural y patrimonial. Es un recorrido de algo más de siete kilómetros que permite ver molinos y un aserradero a vapor, además de contar con áreas de recreo. Todo ese trayecto se encuentra señalizado ya que forma parte del PR-G 112. Además, esta zona forma parte de la Red Natura 2000 con toda la riqueza natural que conlleva. En los meses de julio y agosto, el Concello de O Rosal organiza visitas guiadas.

El recorrido más clásico del municipio rosaleiro es la ruta de los molinos de O Folón y O Picón, con un trayecto de tres kilómetros. Nuevamente, la naturaleza y el patrimonio etnográfico se alían en la zona para acompañar a quien opte por este recorrido. Este conjunto de cerca de setenta molinos de agua, de los siglos XVII y XVIII, ha sido declarado Bien de Interés Cultural. También en este espacio, el Concello de O Rosal organiza visitas guiadas durante el verano.

Sin salir de este municipio es imprescindible una visita al mirador de Niño do Corvo, desde donde se puede apreciar una panorámica espléndida de la desembocadura del Miño desde una atalaya de 300 metros de altura. Muy cerca de allí está el alto de Cabeza Gordo, desde donde se pueden completar las vistas de toda la zona. Tampoco se debe abandonar O Rosal sin ascender a la ermita de A Madalena, construida en el siglo XVIII. Junto a ella hay un conjunto de centenarios alcornoques incluidos en el catálogo de árboles singulares de Galicia.

Por su parte, en el municipio de A Guarda, ya cuando el Miño se funde en el Atlántico, el objetivo principal es el monte Trega, donde hay varios caminos para apreciar los distintos elementos arqueológicos y paisajísticos. Parte de la propia villa y ofrece variantes, como el Camiño do concheiro, el Atallo vello o el Camiño da Fonte da Cal. Se puede culminar esta visita en el Museo Arqueolóxico de Santa Trega para contextualizar los restos de la antigua citania, la más grande excavada de cuantas se encuentran en Galicia.

La otra posibilidad tiene menos pendiente y se sitúa en el parte final del río. Puede comenzarse en el puerto y, en su primer tramo, concluir en la playa de O Muíño, con algo más de tres kilómetros de caminata tranquila. Ahí se encuentran las salinas romanas de O Seixal. Ya en O Muíño se puede observar una salina rupestre sobre una roca.

En Salcidos se puede acceder a una importante ruta ornitológica. En ella se facilita la observación de aves desde dos instalaciones acompañadas de paneles que permiten identificar las más habituales. Hay más de cien especies de aves que habitan o invernan en el estuario del río Miño, por eso esta zona está incluida en la Red Natura 2000.