La única persona que le toma el pelo a Abel Caballero

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Jesús Saiz empezó como peluquero con su padre y hoy dirige un avanzado centro de recuperación capilar

10 feb 2024 . Actualizado a las 17:12 h.

Jesús Saiz Vidal es mucho más que un peluquero. En su trabajo, la estética es esencial y la salud importa mucho. Hay facetas de su labor con las que es capaz de conseguir algo más que una sonrisa por verse favorecido en el espejo: es el hecho de lograr que su clientela no se derrumbe cuando algo tan aparente accesorio como el cabello, desaparece. Tras años de formación específica, el vigués llegó a convertirse en uno de los mejores especialistas en tratamientos capilares. De hecho, su establecimiento, Jesús Dos, es un centro de referencia en Galicia.

El grado experto que ha alcanzado parte de una base popular que le viene de familia. Su padre, Jesús Saiz Blanco, que tiene 92 años, empezó desde niño. «Sus tíos eran peluqueros y hay fotos de él con 10 años subido a una caja cortando el pelo», cuenta sobre su progenitor, redondelano de nacimiento y marino durante doce años hasta que su esposa le conminó a volver y abrió, a mediados de los 70, una peluquería al lado del bar Carballo que se llamaba Aloha, donde su hijo tuvo la oportunidad de aprender a su lado. Con el tiempo, aquel local se les quedó pequeño y juntos, en 1981 se mudaron a la localización actual, también en el centro de Vigo, que bautizaron como Jesús Dos al ser su segundo establecimiento y llevarlo dos Jesuses. «Recuerdo que la inauguración fue un sábado de agosto porque mi madre me dijo: ‘Vamos mañana a pedirle al Cristo de la Victoria que nos vaya bien'». «Desde entonces me hice incondicional», reconoce.

«Ahí comenzó la transformación de la empresa. Empezamos con un local que era la mitad de lo que es ahora, que se ha convertido en peluquería de hombre, mujer y centro capilar donde tratamos todo tipo de patologías, entre ellas, las oncológicas, en colaboración con los hospitales», cuenta avanzando que en breve será asesor oncológico de imagen personal de un centro médico vigués.

Pero entre sus manos tiene también periódicamente la cabeza de quien rige esta ciudad. Jesús es el peluquero de Abel Caballero. Lo es, además, desde mucho antes de ser alcalde: «Le corto el pelo desde hace treinta y tantos años, siendo él ministro de Transportes con Felipe González. Yo le digo de coña que no soy de Vigo, que soy de Lavadores», cuenta, y añade que en otras ocasiones le preguntaron cómo hacía Caballero para disimular el pelo blanco, a lo que responde que «se cuida y tiene canas, pero no se tiñe», asegura el profesional que maneja los mechones del regidor.

Desde 1982, el local ha sufrido tres reformas porque no ha parado de crecer, como el pelo fuerte y sano. Cuando empezaron tan solo estaban ellos y un colaborador. «Ahora somos siete personas, que son de la familia también, haciendo de todo, desde cortar o teñir, a desarrollar servicios de recuperación. Es como una asesoría donde se hace valoración, estudio y un tratamiento a seguir», indica. El problema más común es la caída de cabello y las soluciones van desde tratamientos con máquina de radiofrecuencia a prótesis capilares o pelucas estandarizadas. «Cuando el cabello ya no se puede reconstruir, usamos prótesis indetectables personalizadas, que permiten hacer una vida completamente normal, incluso dormir con ellas puestas», explica sobre un método que empieza por el diseño de una plantilla que encaja anatómicamente en la cabeza de cada persona a la que luego se le añaden datos de espesor, color y características de su propio pelo para fabricar una prótesis «con cabello natural que se adapta como una lentilla, es como una segunda piel que va fijada a la cabeza», ilustra el experto formado en Oviedo y Barcelona, en centros especializados en la materia. Ahora imparte él mismo cursos por toda España.

«Si volviera a nacer sería dermatólogo, pero siempre lo digo: yo no juego nunca a ser médico, soy un higienista capilar y sé hasta dónde puedo ir aunque tenga conocimientos amplios de la piel», aclara. Saiz muestra con orgullo los rincones de su establecimiento, lleno de piezas de museo de la peluquería, desde sillas y bacías de barbero hasta navajas y tijeras con historia enmarcadas, máquinas de afilar cuchillas, secadores del año de la polca y otros artilugios en desuso que hoy son joyas. Hay también cabinas individuales donde manda la discreción y los clientes no se ven unos a otros ni se miran en el espejo si no quieren, hasta comprobar el resultado final. Jesús, que tiene 63 años y más de 40 cotizados, ya está pensando en el relevo. Su hija Marta, maquilladora de cine, tiene muchas papeletas.

Desde 1981

Dónde está

María Berdiales, 16. Vigo