Domingo Diz, fundador de la sala Iberia o Domjul, cambió la movida de Tui
10 abr 2023 . Actualizado a las 16:12 h.«Soy de los pocos que montaron macrodiscotecas en los años 60 y que siguen aguantando». Domingo Diz Núñez, el hombre que cambió la movida desde Tui, continúa en el candelero y cumple 86 años sin bajarse de los escenarios. Hace quince días presenció en directo, hasta la madrugada, el concierto que ofreció el rapero madrileño Israel B en Queen, la sala que compró hace justo treinta años, uno de los principales escenarios de la edad de oro del pop español para conocer el nuevo montaje de iluminación. «Llevo 66 años en el mundo del ocio nocturno y con la misma ilusión que cuando, con tan solo 20, siendo aún menor de edad, abrí la primera sala de baile», asegura este carismático empresario que sigue de cerca la actividad de las cinco salas que tienen en la provincia, «aunque lógicamente ahora es mi hijo Jose el que tiene el mando».
«Los de antes eran artistas de verdad. Cantaban y daban el callo», advierte el hombre al que Rosa Lagarrigue, la poderosa mánager homenajeada recientemente en los Latin Grammy le dijo «vas a ser el primer empresario que consiga no pagar antes de que un artista se suba al escenario». Era la década de los 80, «la época del Domjul de Tui y las vespinos, porque había más de 300 delante de la puerta en cada actuación» y el artista invitado era Miguel Bosé, que actuaba en Queen. Domingo ya llevaba más casi tres décadas en el sector y su máxima era la de no pagar ningún trabajo hasta que se hubiera rematado.
Hombre de palabra y familia, su historia vital y, por ende, la de varias generaciones, la escribió con Julia González Peixoto. «Conocí al amor de vida un día de Semana Santa de 1955 y fue como si nos pegáramos. Sigo enamorado de Julia como el primer día y ella es la artífice de todo lo que hicimos juntos», advierte el empresario que afronta el primer cumpleaños tras su pérdida, en julio del año pasado. Ella tenía 16 años y él dos más cuando se conocieron. «Nunca tuvimos una problema serio porque los trabajábamos mucho y nos amábamos», afirma. Ella en la fábrica de galletas La Peninsular y él como carpintero. «De aquella no había posibilidad de prosperar como ebanista y queríamos un porvenir, así que con 20 alquilé el Iberia, en la calle Sanz. Trabajábamos los dos como leones todo el día e íbamos a limpiar el local de noche», recuerda Domingo. La orquesta Sintonía de Vigo era lo máximo entonces, dice, pero además trajo a Tui, en los felices años 60, a Los Brincos, Los Bravos, Los Mismos o a Basilio. Con una memoria exquisita, al empresario tudense no se le olvida una sola fecha. Tras el Iberia, que después fue Chiflos y más tarde La Zona, la pareja cogió, en 1964, el traspaso del bar del Casino Viejo, un año después de casarse.
«Nuestra ilusión era hacernos una casa, pero cuando por fin ahorramos lo necesario, que eran 14 millones de pesetas, comenzaron a abrir macrodiscotecas y yo le dije a mi mujer. «O nos reformamos o morimos», explica.
Domjul, acrónimo de Domingo y Julia, abrió sus puertas el 9 de octubre de 1975, «un mes antes de la muerte de Franco». «Nos empeñamos hasta el cuello, pero siempre unidos. Julia trabajaba en la taquilla, además de en la fábrica de galletas y nuestros hijos, con 9 años, ya pegaban carteles o vendían entradas en los autobuses», explica. Tres años después ya estaba hecha la casa familiar, porque Domjul fue un auténtico bum y en ese tiempo recuperaron lo invertido. «Salimos como un cohete, teníamos ocho autobuses para recoger a la gente en varios pueblos. Se llenó desde el primer día aunque, tres semanas después, para Dyango, hubo poca gente por la lluvia», rememora. Eran los albores de la edad de oro de la movida viguesa y madrileña.
Por Domjul pasó lo más granado de la época. Desde Las Grecas a Juan Pardo, Kiko Legard, Fernando Esteso. «El artista antes hacía carretera. Hoy salen de un estudio y ya lo meten en el escenario», apunta Domingo Diz. También recuerda el día que pisó Queen por primera vez. Fue en 1983, cuando se inauguró como Xanadú y Domingo aún no imaginaba que diez años después iban a poder comprar la sala que le deslumbró entonces. «Quedamos impresionados por tanto lujo y pensamos que un negocio así nos iba a comer. Cobraban 1.000 pesetas por entrar y 800 por consumición», recuerda. Hace ya treinta años que Queen reina en la movida y, aunque han pasado varias generaciones, se mantiene el espíritu. «En el 67 mi mujer hacía los bocadillos para las orquestas y ahora los artistas piden la comida, la bebida y hasta los hoteles», recuerda con humor el veterano empresario.
Un visionario
Su hijo José Diz está ahora al frente de las salas. «Asumí la gerencia hace veinte años, pero tengo el lujo que mi padre puede y quiere acompañar la actividad diaria del negocio. Siempre fue un visionario y un gran empresario del sector del espectáculo», valora su hijo. Destaca su profesionalidad. «Ni el rap ni el Trap son ya su estilo, pero no se cierra a ningún género porque antepone las tendencias del momento como profesional», destaca José Diz.
Hubo que ir a Lisboa para dar con la bebida que pidió David Guetta
Más de dos millones de personas han pasado por la reina de la noche mosense desde que reabrió bajo la gerencia de Domingo Diz el 8 de diciembre de 1993, diez años después de su inauguración. El DJ francés David Guetta y Tiësto protagonizaron las actuaciones más cotizadas hasta la fecha. «Para Guetta hubo que ir a buscar las bebidas que pidió a Lisboa y alguna comida porque en Galicia no se conseguía y las colas llegaban hasta la rotonda», desvela. En 30 años, la sala ha acogido grandes nombres como Carlos Baute, Paulina Rubio, Kate Ryan, Viceversa, Inna, Cascada, Carlos Jean, Tom Boxer, One Direction, Tino Casal, Duncan Dhu, Los Secretos o La Oreja de Van Gogh. Era la época dorada de los 80, cuando en el área de Vigo los jóvenes se movían entre Ramallosa 2000, que en diciembre cumplió medio siglo de vida, el Funchi 2, Luceiro en O Porriño o El otro mundo del Tea. Domjul y Queen son parte de la historia de la movida en la provincia y en ellas han dado sus primeros pasos en la noche varias generaciones procedentes de los más diversos lugares. «Domjul fue y es el alma de todo», insiste este tudense para el que «el mayor valor de un hombre es la palabra y su activo más valioso la familia».