Un vigués recorre América Latina con una mochila y un dron: «Mi plan es disfrutar de la vida»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

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Diego Celaya Estévez lleva tres meses viajando a pie, en autobús y haciendo autostop

21 feb 2023 . Actualizado a las 00:25 h.

Disfrutar de cada minuto, vivir nuevas e intensas experiencias y conocer otras culturas. Diego Celaya Estévez, un vigués de 32 años, lleva más de tres meses con una mochila al hombro recorriendo América Latina. Comenzó su aventura el 12 de noviembre y ya ha conocido Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile y Argentina, donde asegura que estuvo «en el momento exacto en el sitio oportuno» porque allí vio la final del mundial de fútbol con una familia de Buenos Aires, con la que pasó las Navidades y el fin de año. Tras conocer Ushuaia, la ciudad más al sur del mundo hasta el 2019 (cuando pasó a serlo la chilena Puerto Williams), remonta en autobús hacia el norte y actualmente se encuentra atravesando la cordillera de los Andes. Su objetivo es conocer todos los países de América del Sur y Central, aunque se está pensando si llegar a Perú por la convulsa situación actual del país. Desde Chile cruzará a Bolivia para ir a Ecuador, Colombia, Panamá, Costar Rica, Salvador, Honduras, Guatemala y Belice.

A pie, en autobús, también cogió un avión en Brasil y haciendo autostop, con este último método ha recorrido 3.200 kilómetros, en una aventura que reconoce «increíble, todas las personas que me han parado han sido diferentes». Viajar a dedo le permite gastar menos, pero la ventaja de moverse de esta forma «no es lo que ahorras, sino lo que vives, la experiencia de conocer a tanta gente». Cuenta la anécdota de que le paró un conductor que tenía que hacer 120 kilómetros «y fue tal la conexión que al final ese día hizo 500 kilómetros para llevarme a mi destino».

Desde que comenzó hace tres meses su viaje, ha dado 1,6 millones de pasos.

No es la primera vez que Diego Celaya se pone el mundo por montera. Hace unos años dio la vuelta a Europa en una vespa restaurada por su padre. En 2017 hizo más de 20.000 kilómetros sobre el ciclomotor de 200 centímetros cúbicos, conoció 32 países y, tras dos meses de periplo, volvió a incorporarse a su puesto de trabajo en una empresa de ingeniería. Fue un viaje que hizo en solitario porque un amigo que lo acompañaba tuvo que dar la vuelta en París por un problema personal. Diego también viaja ahora solo, aunque tampoco era su plan. Era una aventura que iba a emprender con su expareja. De hecho, la idea fue de ella, pero al final sus vidas pusieron rumbos diferentes y él, que ya tenía el gusanillo en el cuerpo, continuó adelante con el proyecto.

No obstante, nunca está solo. «Estoy viajando solo, pero nunca en solitario. No ha habido ningún momento que días en soledad. Siempre he estado con gente, en hostels, en cámpings, con gente que conozco en el camino o haciendo autostop», precisa. Además afirma que «son amistades muy intensas, en las que no te guardas nada».

Poco tiempo

Su intención es compartir todos los lugares por los que pasa en su cuenta de Instagram diegovespero. Lleva un dron para tomar buenas panorámicas de lugares espectaculares como, por ejemplo en toda la Patagonia chilena y argentina, que conoció el mes pasado. Sin embargo, reconoce que, por el momento, no le da tiempo a procesar todo el material. «Este viaje lo estoy disfrutando a muerte y no tengo mucho tiempo para poder publicar. Mi plan es disfrutar de la vida. Lo haré cuando tenga un momento tranquilo porque tengo un montón de vídeos», afirma. Le esperan lugares tan asombrosos como el desierto de Atacama, el salar de Uyuni, en el departamento boliviano de Potosí y, si su presupuesto se lo permite, también desearía conocer las Islas Galápagos. Como buen aventurero, viaja ligero de equipaje. Porta una mochila de 40 litros ampliables a 50, «donde llevo unos tenis, zapatos de tréking, un pantalón y una sudadera, ropa interior, cosas de aseo básico, el móvil y el dron», afirma.

«Estoy conociendo gente espectacular y disfrutando de los mejores años»

Diego Celaya recorrerá América Latina con su mochila y su dron hasta julio. Después volverá a Vigo para cumplir con sus amigos. «Este verano muchos decidieron casarse y habrá que volver», afirma. Pero será un punto y aparte porque el futuro está abierto y todavía hay muchos sitios por explorar. Afortunadamente, en la empresa en la que trabaja son comprensivos. «En el trabajo siempre me dijeron que podía volver en cualquier momento». Trabaja, ahorra y, cuando reúne dinero para escaparse ya está pensando en la siguiente aventura, animado por su padre, que reconoce que es su guía.

Lleva seis años en la misma empresa y muy contento con el ambiente laboral. «Al final trabajas para vivir o vives para trabajar y yo elegí lo primero y no me arrepiento, están siendo los mejores años de mi vida», asegura. Afortunadamente, no ha sufrido ningún peligro. «Lo peor es una noche que se nos inundó la tienda de campaña y se mojó todo. El resto genial. La gente que estoy conociendo es espectacular. Los prejuicios son muy malos, aunque sí hay que tener cuidado en algunas zonas», afirma.

Diego es un ejemplo para muchos amigos que le dicen que «ya lo haré cuando me jubile». «Prefiero hacerlo ahora que puedo, que tengo energía, una familia que me respalda, ni nadie que me ate», asegura. El miedo a las consecuencias del covid le motivó a colgarse la mochila a los hombros y explorar el mundo. «Es ese temor a que pase algo muy gordo, que esté fuera de tu control y que te limite. También el hecho de que mi padre enfermara. Tiene 60 años y ya no puede viajar», afirma. El detonante fue la Guerra de Ucrania y la preocupación por «lo que se puede venir encima».