Bar Boo abre la puerta a la modernidad

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

El arquitecto vigués retomó la senda de la vanguardia con su obra tras la posguerra

15 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace un par de semanas, el Colexio de Arquitectos de Galicia rendía homenaje a Xosé Bar Boo (Vigo, 1922 — Santiago de Compostela, 1994) coincidiendo con la celebración del centenario de su nacimiento. Se dijo en el acto que sus ideales arquitectónicos obedecían a unos «principios e a unha ética que foi desenvolvendo a través dunha serie de invariantes aos que se mantivo sempre fiel no proceso de creación das súas obras». Y añadían sus compañeros que «a súa exquisita e sólida formación humanística e filosófica conduciuno a uns principios éticos que o guiaron na busca do ideal ao largo de toda a súa traxectoria arquitectónica, e estiveron sempre presentes na súa conduta persoal».

La poliédrica figura de Xosé Bar Boo queda reflejada en algunos datos biográficos más allá de su propia obra arquitectónica, como haber sido fundador de la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia, fundador del Museo do Pobo Galego, miembro del Seminario de Estudos Galegos y de la Escola Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña.

Desde el punto de vista profesional, Bar Boo fue quien llevó nuevamente la arquitectura gallega a la senda de la modernidad, una vez pasados los años más oscuros de la posguerra. Ese paso fue dado en el año 1957 con la construcción, en la calle Marqués de Valladares, del edificio Plastibar, que fue sede de los arquitectos vigueses antes de trasladarse a su actual ubicación. Ya es curioso porque este fue su primer edificio, dejando una tarjeta de identidad indeleble.

En esos primeros años diseñó varias casas unifamiliares, las más conocidas de todas son la Casa Ferro, situada en el Paseo Matutino de Ponteareas, realizada en 1963; la Casa Cendón, en la bajada al Vao, de 1958; y la Casa Vázquez, en San Miguel de Oia, en 1963. En estos ejemplos, los expertos en la obra del arquitecto apuntan a la combinación de elementos tradicionales y modernos, especialmente influenciados por el arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright.

En la década siguiente, Xosé Bar Boo insistirá en la vivienda unifamiliar, pero aportando soluciones ingeniosas en la construcción de edificios de viviendas, como es el caso del número 25 de la plaza de Compostela, de Vigo, donde construye una fachada acristalada y plegada verticalmente, retranqueando los áticos.

En esa misma década, nuestro arquitecto realizó dos edificios sanitarios, en 1965, el Sanatorio El Pinar, en O Meixoeiro, y en 1967, el Policlínico Cíes. El primer de los dos edificios fue seleccionado en 1968 para la Exposición Nacional de Arquitectura. El segundo, con su concepción radial, sigue siendo un referente en la arquitectura contemporánea de la ciudad, a pesar de haber sufrido una ampliación poco acorde con el conjunto y, además, estar abandonado.

En ese mismo período, también realizó una incursión en la arquitectura religiosa. Fue en 1968 cuando concluyó la construcción de la iglesia de Nosa Señora das Neves, en Teis. Este edificio responde a los planteamientos que estaba proclamando entonces el Concilio Vaticano II, cuestión que también tuvo en cuenta Antonio Román Conde en Navia y O Calvario.

Esa obra de servicio público también tuvo su reflejo en los mercados realizados en Gondomar, en el año 1966, y en O Porriño, en 1970. En el primer caso, el gobierno local está actualmente recuperando la idea original para este edificio. Bar Boo fue arquitecto municipal de O Porriño, donde dejó otras obras, como el tanatorio. Este profesional trabajó bastante en toda el área de Vigo, dejando obras en A Cañiza, Salvaterra, Ponteareas, Gondomar, Nigrán, Baiona y Mos.

Los bloques de viviendas también entraron en la obra del arquitecto, como es el caso del encargo de la cooperativa San Obreiro de Coia o el realizado en 1972 en la calle de García Olloqui.

Durante los años setenta, la obra del arquitecto vigués se centra casi en exclusiva en la construcción de viviendas unifamiliares, entre las que destaca la realizada para Ana Míguez cerca de Peinador. Según Fernando Agrasar, en el libro Guía de arquitectura de Vigo, editado por el COAG, Bar Boo juega en esta casa con el concepto de refugio, especialmente en la cubierta, que a pesar de su gran superficie mantiene un gran equilibrio con el entorno. También es de esta época el edificio para los talleres y oficinas de Vitrasa, en Comesaña.

En esos años hay una singularidad ya que el arquitecto realizar una actuación sobre un chalé regionalista firmado en 1927 por Jenaro de la Fuente Álvarez. Se trata de una casa situada en la calle del Marqués de Alcedo en la que lo tradicional dialoga con lo contemporáneo.

La enorme y reconocida trayectoria de Xosé Bar Boo tiene un punto negro llamado Toralla. A él se le atribuye la torre que domina el pequeño islote, tantas veces denostado por los vigueses que no viven allí. Sin embargo, ese proyecto, que efectivamente firmó en primera instancia, le llevó a un enfrentamiento público con los promotores del edificio porque estos decidieron realizar variaciones importantes no concebidas por el arquitecto. La polémica fue tal que, en 1971, la junta de gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de León, Asturias y Galicia respaldaba públicamente a Bar Boo. Este colegio exigía que las modificaciones posteriores del edificio fuesen asumidas por el arquitecto sustituto. Aunque quedó claro que no era responsable del resultado final, siempre le quedó esa espina clavada.