Cuando el descontrol se apoderó de las Cíes

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

MARIA L. MUÍÑA

LA HEMEROTECA | 1981. La declaración como parque natural del archipiélago vigués, en 1980, sirvió para que se comenzase a regular la presencia de visitantes y evitar que pudiesen plantarse tiendas o construir cabañas en cualquier lugar

12 abr 2022 . Actualizado a las 14:41 h.

«Sin una vigilancia será imposible mantener con orden y limpieza el lugar. El pasado año fue allí una patrulla de la Policía Nacional y agredieron a uno de los agentes. Para que las acampadas no sean masivas, se va acotar un lugar al lado del cámping actual. En total, no podrán ser instaladas allí más de 150 tiendas ya que una cantidad mayor desbordaría las previsiones y posibilidades de habitabilidad de las islas». Así se refería a la situación de las Cíes, el 21 de abril de 1981, el teniente de alcalde de Vigo José Martínez Torea.

La degradación de las islas había tocado fondo y las autoridades, locales y estatales decidieron poner freno al campismo salvaje en la joya de las islas atlánticas, aunque no era ese el único problema que padecían. La Voz de Galicia indica en aquellos días que la desgracia de las Cíes era la cantidad de gente que cada domingo de sol caía sobre sus playas de una forma incivilizada y masiva. «Son kilos y kilos de basura los que hay que limpiar cada domingo», decía el concejal socialista para explicar que era el Ayuntamiento el que tenía que recoger los residuos sólidos en el archipiélago.

Unos meses antes, el Estado había declarado parque natural las Cíes y sus aguas adyacentes, lo que implicaba cambios. Ese mismo otoño e invierno de 1980, se realizaron importantes acciones, como la limpieza del monte, enterramiento de basura acumuladas durante el verano y la preparación de nuevos sembrados y plantaciones. Fueron plantados allí mil árboles de especies nobles. «Nuestra labor, sin embargo, fue deslucida en un solo día, el pasado domingo en el que cientos de personas de una forma indiscriminada, mancharon de nuevo y destruyeron parte de lo hecho», decía José Martínez Torea.

Desde los años setenta, las Cíes fueron un espacio de tierra al margen de cualquier control. Los visitantes acampaban en cualquier sitio y algunos de ellos eran personas perseguidas por la Justicia, lo que hacía más complicada la convivencia en este paraje hoy en día tan exaltado. La Voz de Galicia denunciaba entonces que «algunos habituales campistas han llegado casi a privatizar zonas de uso público con rústicas construcciones para su servicio particular, con la pretensión de que permanezcan todo el año y disponer de un sitio reservado al que no acceden los nuevos campistas: una curiosa forma de ir parcelando el terreno».

«Estamos decididos a terminar con el gamberrismo en las playas a base de vigilancia y multas. Las playas viguesas están llenas de cristales rotos, hierros, latas de conservas oxidadas y todo lo que supone un verdadero peligro para la gente, en especial, los niños que van a bañarse», añadía Martínez Torea. La situación del archipiélago entonces no se parece en nada a la actual. Por ejemplo, aquel mismo año fue el primero en el que se prohibió cazar.

A pesar de que la declaración de parque natural se había producido en octubre de 1980, con la llegada de la primavera de 1981 los problemas de saturación, inseguridad y residuos se hicieron más patentes que nunca. De hecho, en este mismo periódico, el 25 de junio de 1981, se decía: «Pero las islas están a punto de sobrepasar el límite de la tolerancia que las convertiría de un paraíso en un estercolero».

Las voces de alarma añadían al gran reclamo que representaban las islas que otra compañía naviera empezaría a operar en ese verano de 1981, con lo que llegarían más personas a las Cíes, algo que todavía no estaba regulado. Con la entrada en funcionamiento de la nueva empresa había gente que llegaba a calcular que podría reunirse en un mismo día por encima de las 7.000 personas. Actualmente, no se permiten más de 1.800 personas por jornada. Además, los visitantes deben regresar a Vigo con sus residuos, pero en 1981 quedaba en las islas toda la basura. Y tuvo sus consecuencias. El Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) tuvo que emplearse a fondo aquel invierno para acabar con una plaga de ratas, que ya empezaban a tener ciertas dimensiones.

El 18 de julio de 1981 se reunió por primera vez la junta rectora de las Cíes y las cosas comenzaron a cambiar muy lentamente. Hubo proyectos que ahora llaman la atención, como uno que pretendía montar un teleférico entre el embarcadero y el faro. Otro llegó a solicitar permisos para construir un establecimiento hotelero en la isla principal.

Los verdaderos cambios llegaron a partir de julio del 2002, cuando las Cíes, Ons, Sálvora y Cortegada fueron declaradas Parque Nacional de las Islas Atlánticas, el primero y único en Galicia hasta la fecha.