«Necesitamos o centro de día como auga de maio»

Alejandra Pascual Santiago
Alejandra pascual VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

La madre de María Jesús, profesora de instituto, vuelve a Afamo este lunes

21 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La madre de la profesora de instituto María Jesús Sequeiros fue diagnostica de alzhéimer hace cinco años. «Nestes tres últimos meses houbo un deterioro maior que nos últimos tres anos», asegura rotunda sobre su progenitora. El tiempo de confinamiento ha sido especialmente duro. En realidad, todavía lo están pasando muy mal, pero por fin empiezan a ver la luz al final del túnel: el centro de día de Afamo, la asociación de familiares de personas con alzhéimer de la comarca de O Morrazo, ya puede empezar a ofrecer atención individualizada. Y Elisa Rodríguez ya tiene un cita con horario asignada para este lunes.

«Durante o confinamento, a miña nai deixou de camiñar e de comer e comezou un declive horrible», asegura la vecina de Moaña. Entre otras vicisitudes, tuvieron que poner sistemas de contención en la cama porque la señora se quería levantar y se caía. Al menos, durante el estado de alarma disfrutaron de las ayudas de la Xunta de Galicia. Una asistenta aseaba a la enferma, la levantaba y la llevaba hasta la casa de la sobrina de María Jesús. «Eu poño o traballo de Afamo polas nubes. Necesitámolo como auga de maio», asegura sobre la labor que desempeñan los integrantes de la asociación y cuánto lo han echado en falta.

Como Elisa, muchos usuarios se quedaron de un día para otro sin todas las rutinas que les ayudaban a sobrellevar la jornada por culpa de la crisis sanitaria. En Afamo se vieron obligados a suspender los servicios que ofrecía en su centro de día, aunque optaron por reinventarse. El 27 de abril pusieron en marcha un programa gratuito de estimulación integral en el domicilio de los pacientes, formándose para ello en prevención de riesgos. Y ayudaron a más de la mitad del centenar de personas que acudían a la entidad.

María Jesús y su madre Elisa llevan cinco años bajo el manto de Afamo. Al principio iban al centro tan solo un par de horas al día, pero pronto se dieron cuenta de que necesitaban más tiempo y que era bueno para todos. «Iba a trabajar tranquila», explica la hija. Pero todo se torció con el coronavirus. La primera semana de reclusión forzosa en los hogares, Afamo enviaba material todos los días y grababan vídeos tutoriales para sus usuarios. Hacían videollamadas y es algo que las familias agradecían muchísmo.

María Jesús destaca que a su madre también le sirvió de muchísima ayuda la musicoterapia. Las canciones que ponían los vecinos en los en los balcones y ventanas de sus casas fueron una especie de bálsamo en momentos de soledad y sin la ayuda de los profesionales. Como tantos pacientes de alzhéimer, la mujer no reconoce ya a su hija, pero sí es capaz de seguir alguna canción de las de su época cuando las escucha.