Voleibol y bádminton, vasos comunicantes

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Tras entrenar en la élite del volei, Juan Fernández atiende multitud de frentes en el deporte del volante

09 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque suene extraño, el voleibol puede desembocar en el bádminton. No le pasó solo a José Juan Fernández (Vigo, 1963), que después de entrenar al Club Vigo y el Xuvenil de Teis en la máxima categoría acabó como técnico del deporte de la raqueta y el volante y como secretario de la federación gallega de la disciplina, sino que este vigués de 56 años también conoce casos en Andalucía, Cataluña y Valencia. Quizás porque una red divide a los dos contrincantes «y porque la coordinación es muy similar y el balón y el volante tienen que estar en el aire».

Juan Fernández Iglesias sintió muy rápido la llamada del deporte. «A los 17 años ya tenía mi primer equipo de voleibol en el Compañía de María, que era el sitio en donde yo estaba». Allí comenzó con Guillermo Touza, el perenne presidente del Club Vigo. Cuando llegó el momento se marchó a estudiar INEF a Barcelona y allí tuvo su primer contacto con el bádminton y «en los cuatro años de carrera compaginé los dos deportes».

De regreso a Vigo «hice alguna cosilla de bádminton, pero como entrenaba al equipo de División de Honor del Vigo de voleibol, me dedicaba todo el tiempo al volei. Pasé por el Xuvenil de Teis también e incluso un año compaginé el Vigo y el Xuvenil, pero era imposible. Al final fui al Xuvenil y estuve hasta el 2006 que ya tuve hijos y otras ocupaciones».

De un modo paralelo sucedió un hecho que lo marcó todo. El jefe de estudios del instituto de Teis, el centro en donde lleva 32 años como docente de Educación Física, le pidió que organizase una actividad extraescolar para el alumnado «y mi compañero y yo conocíamos el bádminton y veíamos que las clases de educación física que era atractivo para el alumnado».

En aquella época, por encima, sus hijos (Jacobo y Gabriel, hoy en el CGTD de Pontevedra) comenzaron a jugar y se engancharon. «Los metí yo a ellos -precisa- porque alguna vez venían conmigo y les gustó».

La consecuencia fue que «desde ahí ya me dediqué por completo al bádminton». Tanto, que en poco tiempo ya entró en la federación gallega para colaborar, desde hace tres años es vicepresidente y desde hace dos ejerce de secretario. Pero a mayores también figura como entrenador del Club San Amaro de A Coruña, entidad por la que compiten sus hijos, y en Vigo lleva la gestión del Cíes, uno de los clubes más antiguos de la ciudad que estaba integrado casi en su totalidad por veteranos y que fruto de un convenio con el instituto de Teis pasó a contar también con jugadores de base.

Tantos frentes abiertos han provocado que para Juan el bádminton sea su principal tarea al margen de su trabajo como docente en Teis. «¿Qué cuántas horas le dedico al día? como jugador ninguna pero sentado delante del ordenador cuatro o cinco horas o haciendo un montón de llamadas u otras cosas cualquier día». Tan bien organiza un viaje de los deportistas becados en el centro de tecnificación como los horarios del deporte escolar.

Y tanto ahora con el bádminton como antes el voleibol, sin cobrar un solo euro. «Jamás en los 50 años que llevo en el deporte cobré un duro, yo vivo de mi trabajo», responde mientras propone un monumento para los Touza, Paco Araújo, Alfonso González en el Alerta y gentes de este perfil «porque siempre me gusta destacar la cantidad de anónimos que hay en el deporte y que se dedican a estas tareas ingratas de un modo altruista». Él se siente reconocido dentro de su deporte «porque la gente así me lo transmite».

A cambio de tantas horas de dedicación Juan Fernández tiene, además, la recompensa de ver cómo el bádminton gallego se ha consolidado como una potencia a nivel estatal. En la actualidad cuentan con 7.000 licencias escolares en el programa Xogade y con 1.529 federados, con la provincia de Pontevedra llevándose la palma con el 75 % de las licencias que hay en Galicia en un deporte «en donde todo es muy correcto. No sé si será porque viene de Asia, pero todo es muy sano». Tan correcto y deportivo es que en Europa los torneos internacionales se juegan sin árbitro hasta la categoría sub-19, solo con un juez árbitro para todo el torneo, y nunca pasa nada».

Una idea que esperan que también cuaje en Galicia, el punto de entrada de la disciplina en la península en los años 70 de la mano de Luis Miró, y en donde han sido capaces de crear un torneo de veteranos con tercer tiempo (parafraseando al rugbi). «Este es un deporte muy especial. Los veteranos lo tienen muy bien montado y sus competiciones son especiales. Su horario límite son las tres de la tarde y luego se va a comer un cocido, una centolla o lo que sea».

Detalles que llenan de argumentos su felicidad por el cambio.