La pionera del arbitraje gallego en el tatami

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

La viguesa María Bautista acumula más de 20 citas internacionales como colegiada

24 sep 2019 . Actualizado a las 11:46 h.

El día que María Bautista se quejó de un árbitro y su entrenador le dijo que por qué no probaba ella a arbitrar, difícilmente podría haber imaginado lo que estaba por venir. La taekuondista viguesa le tomó la palabra a su preparador y se puso manos a la obra hasta llegar a ser hoy la única colegiada internacional gallega de la disciplina, que además está inmersa en la selección para ejercer en los Juegos Paralímpicos de Tokio.

El idilio de María con el taekuondo, al que considera su forma de vida, empieza de niña. «Yo era de las que tenía que hacer siempre cosas. Cerca de casa había un gimnasio y ni el ballet ni la rítmica me llamaron la atención. Vi que estaban muy serios mientras en taekuondo lo pasaban bomba», recuerda. «Y al final un niño elige lo que cree que se lo va a hacer pasar mejor», así que comenzó a los siete años con el deporte que ya nunca ha dejado.

A diferencia con otras disciplinas, en el taekuondo si se quieren escalar peldaños en la práctica deportiva se exige formación arbitral. «Las dos cosas van ligadas. Para ser cinturón negro tienes que sacarte la primera titulación de arbitraje y así sucesivamente. Va todo ligado», explica. Por eso todo taekuondista es árbitro, aunque luego pueda ejercer o no.

Bautista comenzó a hacerlo cuando tenía 13 años. «Durante mucho tiempo simultaneé las dos cosas. En mis primeras veces era curioso, porque cuando arbitraba a competidoras de mi categoría tenía que ponerme la mano en la pierna para acordarme de no pegar aunque hubiera hueco. ¡Lo veía tan claro que era instintivo!», recuerda. Y lo compara con el fútbol: «Era como si el árbitro ve la portería vacía y le da por tirar».

Con 17 años arbitró su primer campeonato de España y desde entonces contabiliza un sinfín de torneos que incluyen alrededor de una veintena de europeos y mundiales. «Una vez que empiezas siempre quieres hacerlo bien para que se te abran más puertas e ir a las máximas competiciones posibles», señala. Hasta que la convencieron para sacar el título internacional. «Lo conseguí a la primera, en el 2005 en Roma, y desde entonces he estado a nivel europeo y mundial».

No cabe duda de que la faceta de colegiada es la que más éxitos le ha reportado a Bautista -que también ejerce de entrenadora-, como ella misma manifiesta. «Son distintas, pero el arbitraje sin duda me llevó más lejos. Ahora estoy intentando llegar a unos Juegos Paralímpicos y como deportista y entrenadora nunca estuve a nivel europeo ni mundial, lo máximo es un oro en un Open de España y algo en Portugal, que para mí es como estar en casa», precisa. Sin embargo, ella no se decanta por ninguna. «Como entrenadora trabajo sobre todo con niños y lo paso como una enana. Todas son especiales y no las ordenaría», valora.

Convencida de que el taekuondo no tiene fecha de caducidad en su vida, sí sabe que el paso del tiempo la obligará a ir evolucionando en sus roles deportivos. «En algún momento la edad no me dejará ser entrenadora, y como árbitro de combate también llegará ese momento en que el cuerpo dirá ‘hasta aquí’». Espera que dentro de mucho. «Hay pocos árbitros de más de 60, pero después igual no estás para ser árbitro central pero sí de replay, que sería como el VAR en el fútbol», ejemplifica.

Con multitud de reconocimientos en su palmarés, Bautista se queda con la gente que le ha dado el taekuondo y lo reconocida que se siente en este ámbito. «Tengo mucha suerte, no me puedo quejar lo más mínimo. En el taekuondo somos una familia. Cuando vamos a un campeonato de España 14 horas en autobús no hay diferencia entre deportistas y árbitros, soy una más», dice. También se ha sentido siempre arropada por la Federación Gallega cuando ha necesitado apoyo económico y su relación con los clubes es ejemplar. «Cuando me piden que vaya a ayudar en cualquier cosa siempre estoy dispuesta. Me apunto a un bombardeo y cuando tú necesitas algo te encuentras lo mismo por su parte», agradece.

Aparte de muchos amigos y experiencias, ser árbitro le ha servido a María para acercarse a otras culturas. «Somos expertos en hoteles, pabellones y aeropuertos, no suele haber tiempo a visitar mucho, pero sí vas conociendo otras formas de vida y vas comprobando cómo evoluciona la sociedad». Pone un ejemplo clarificador vivido en sus propias carnes: «En el 2005 si estaba con árbitros musulmanes y me ponían de jefa les costaba aceptar que una mujer, y además más joven, estuviera por encima. Ahora es imposible que se dé esa situación y veas una mala cara. Se han ido abriendo».

Con todo, Bautista tiene por norma evitar los países musulmanes aunque la convoquen para ser fiel a sus convicciones. «Me niego a arbitrar con la americana y un pañuelo en la cabeza. Como si voy, por respeto, tendría que hacerlo, prefiero no ir», explica. No lleva la cuenta de los países a los que le ha llevado su trabajo, pero estima que de Europa no le deben de quedar muchos y a eso suma el norte de África y América.

Bautista, nacida en Vigo en 1978, se inició en el taekuondo cuando tenía siete años. Ya nunca ha dejado de practicar este deporte del que es entrenadora y en el que ha triunfado como árbitro.

Es responsable de formación arbitral de las federaciones gallega y española. Pertenece al Comité de la Federación Europea de Taekuondo y ha sido elegida en varias ocasiones como mejor árbitro de la FGT y la RFET, mejor árbitro del Campeonato de Europa de Clubes 2018, entre otros muchos reconocimientos.