Laura Morais puede con todo

La Voz X. R. C. VIGO / LA VOZ

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La guardesa, que milita en el Canyamelar que fue sancionado con la pérdida de un partido por impagos, experimenta la dificultad del deporte femenino

21 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Laura Morais abandonó el Guardes, el equipo de su localidad y en el que había jugado desde niña, por motivos de estudios (comenzó con bioquímica y ahora se pasó a nutrición) cuatro temporadas atrás. La extremo izquierda se mudó a Valencia y comenzó su aventura en el Canyamelar, un club también de la máxima categoría del balonmano español. Y en Valencia ha comprobado en carne propia las dificultades que cada día se encuentra el deporte femenino para salir adelante.

El Canyamelar le debe 11.025 euros a la Federación Española derivados de gastos de arbitraje y trámites federativos y como sanción el club no podrá disputar los partidos como local hasta que pague. El primero que le han suspendido es el que debía disputar el sábado ante el Rocasa y ahora tienen quince días para pagar si quieren jugar con el Porriño el 9 de marzo. ¿Cuál es el problema del impago?, Que la Generalitat no ha liberado el dinero de la subvención pactada.

«A todas las jugadoras y a todo el club nos fastidia esta situación porque que no te dejen disputar un partido por problemas económicos es bastante complicado cuando llevamos luchando por intentar permanecer en la categoría todo el año, pero no hay nada que podamos hacer ahora mismo», comenta Laura Morais, que defiende la honestidad con la que el equipo valenciano está obrando en todo momento: «Tienen reuniones periódicas con nosotros y por lo que sé también con la Generalitat, la Diputación y los organismos que procede y ahora se está movilizando un montón en redes sociales y en los medios y esperemos que eso anime a algún patrocinador privado a ayudarnos, el problema es que no tenemos patrocinadores privados».

Esta falta de liquidez también afecta a los salarios, pero desde que llegó a Valencia el club corre con el pago del piso y la manutención de lunes a viernes, un hecho que la guardesa tiene muy en cuenta: «Me ponen el piso y la comida y es un gasto que le quito a mis padres. Es verdad que no nos están pagando, pero me siguen proporcionando parte de lo que me habían prometido. Esperemos que llegue la subvención y se pueda resolver el problema de cobros cuando antes, tanto hacia la federación como hacia las jugadoras».

La situación del equipo de Laura Morais es una demostración más de que la equiparación entre el deporte femenino y el masculino sigue siendo un reto pendiente: «A nivel federativo se le está dando cada vez más bombo al balonmano femenino, pero se deberían equiparar porque al final luchamos por lo mismo, es un deporte igual de válido y creo que damos el mismo espectáculo». Y todo, pese a las deficiencias. «Nosotras no tenemos ni la preparación que deberíamos ni nada, porque al final todas cobramos poco, los entrenadores cobran poco y los medios no son como los de un equipo de fútbol profesional».

Pero pese a todo, Laura en absoluto se arrepiente de cambiar su zona de confort por Valencia. «Dentro de lo que creía bien, pero es cierto que hay momentos complicados. Estoy en un equipo en donde hay mucha gente de fuera y al final somos como una familia todas las del equipo. Es un poco complicado, porque Valencia de Galicia está bastante lejos» y apenas puede volver a casa cuatro veces al año.

Pero en el Canyamelar ha crecido de la mano de Susana Pareja (campeona de la Champions) como entrenadora, con cuatro años se ha convertido en uno de los referentes del vestuario y pese a los problemas, el equipo pelea y sigue fuera de la zona de descenso: «Cuando no tienes dinero a nivel personal te afecta, pero a nivel deportivo todas estamos intentado dar lo máximo y luchando y yo creo que en el último mes hemos demostrado que realmente podemos luchar por la permanencia». Ganaron dos partidos y siguen fuera del corte del descenso. Solo le queda el último empujón. El que debe dar el dinero.