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Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

VIGO

29 abr 2017 . Actualizado a las 12:48 h.

Parece que en Vigo el dinero no es un problema. Al menos, a la vista de las colas en Balaídos para comprar entradas para la semifinal europea contra el Manchester United. Si ya emociona ver esperar diez horas para adquirir un boleto, sorprende aún más el desembolso: 90 euros por un asiento en Tribuna, 70 en Río y 60 en Marcador.

Hablamos de un espectáculo deportivo de nivel planetario. Pero, ¿a nadie le parecen caros estos precios? Vayamos a Manchester: las entradas allí cuestan 44 euros. Y el salario mínimo interprofesional en Inglaterra es de 1.512 euros al mes. Más del doble que en España, donde apenas alcanza los 707 euros. En la eliminatoria anterior, de cuartos, el Anderlecht subió sus entradas a 40 euros para ver su partido contra el United. En la grada hubo pancartas de protesta. A los seguidores del club de Bruselas les parecía un atraco. Y volvamos al salario mínimo de Bélgica: 1.531 euros.

En Vigo, por el contrario, apenas se han escuchado quejas. Si hubieran llegado más entradas, se habrían vendido todas. Y sobraría gente para hacer cola otras catorce horas.

En una industria, la del fútbol, donde la mayor parte del dinero procede de los derechos televisivos, asombra que se impongan unos precios desorbitados. Que la gente paga sin arrugar la nariz. Porque nadie niega que el partido de Balaídos de la próxima semana es una cita grandiosa, un evento deportivo de importancia mundial. ¿Pero por qué hay que pagar el doble que en Bélgica o en Inglaterra? ¿De verdad que vivimos en un país serio? Por muy celtista que uno sea, nuestra capacidad de aguante es de verdad asombrosa.